El mes pasado cumplió sesenta y cinco años de muerto León María Lozano, el vendedor de quesos y cobrador de impuestos en la galería de Tuluá que por un golpe del destino se convirtió en el paladín del conservatismo más cavernario del Valle del Cauca.
(Sobre la violencia en el Valle y el accionar de León María Lozano, "El Cóndor" y sus "pajaros", puede consutarse EL BANDOLERISMO EN EL VALLE DEL CAUCA - 1946-1966 del historiador JHONNY DELGADO MADROÑERO)
Conocido en el mundo criminal con el alias de “El Cóndor”, fue el terror en este Departamento -sobre todo en el centro y norte del Valle- por su accionar implacable en los hechos que se conocen como La Violencia y en la cual tuvo protagonismo de primer orden, aunque se dice que jamás disparó un arma contra una persona, pues solamente fue el determinador de los miles de asesinatos políticos que se cometieron entre 1948 y 1956 bajo las banderas del partido conservador y del Sagrado Corazón de Jesús.
¿Se necesita jalar el gatillo para ser un asesino?
Desde luego que no. León María Lozano, alias “El Cóndor”, lo fue porque en Tuluá, desde el patio de su casa en el barrio Salesianos, desde una mesa del Happy Bar o desde la sede del directorio del partido, en la calle 23 con carrera 26 y con la potestad otorgada por Laureano Gómez y Nicolás Borrero Olano y Gustavo Rojas Pinilla y la bendición del clero católico, como un dios tuvo en sus manos la vida de todos los vallecaucanos liberales y decidió la muerte de miles de ellos.
(Para una aproximación a la vida de León María Lozano, alias "El Cóndor", léase el artículo periodístico LOS SECRETOS DEL REY DE LOS PÁJAROS DE LA VIOLENCIA de JORGE IVÁN POSADA)
“El Cóndor" no fue el rey de las aves, sino de los “pájaros” de todo el departamento. La historia dice que muchos contrarios políticos en su ciudad tuvieron que rendir cuentas ante él y, de inmediato, ante Dios. La historia también dice que su dedo índice señaló hacia la cordillera y otros lugares, donde se cometieron las masacres que no dejaremos de mencionar para que la amnesia histórica no las oculte: La de la Casa Liberal en Cali, la de Betania, la de Ceilán, para solo mencionar tres que dejaron saldo de más de quinientos muertos y que fueron cometidas, coincidentemente, en el mes de octubre, pero de 1949.
Lastimosamente, esos episodio y ese siniestro personaje van cayendo en el olvido por parte de las generaciones actuales, descendientes de quienes la padecieron de forma directa o de quienes fueron protagonistas, como víctimas, victimarios, cómplices o testigos mudos. Tal vez ello obedezca a que la Violencia se convirtió en otras violencias y nadie quiere acumular dolores y recuerdos señalados por la muerte. Pero no podemos perder la memoria. Si lo hacemos, estaremos cargando en nuestra conciencia con un dolor centenario que aún no cesa porque la ambición de los poderosos tampoco.
Sobra decir que León María fue el ídolo de una secta sanguinaria que tuvo la desfachatez de fijarle placa , precisamente en el Directorio Conservador de Tuluá, exaltando su "valor" y el "honor" de morir por el partido.
Y aunque parezca mentira, cincuenta años después de su muerte, el mismo directorio, junto con familiares apegados a su conveniente versión, le rindió homenaje evocativo de épocas gloriosas para ellos, pero nefastas para otros. ¡Claro! Es que estamos en el país que fue consagrado al corazón de Jesús mientras el corazón de sus gobernantes estaba consagrado a la injusticia, la inequidad, el odio.
(Al respecto, léase el artículo publicado por la redacción de El Tiempo con el título de EL 'CÓNDOR' LOZANO TUVO SU HOMENAJE EN TULUÁ, LA ACADEMIA DE HISOTIRA NO LO VE CON BUENOS OJOS)
No debemos olvidar. Quienes pierden la memoria siguen cometiendo los mismos errores históricos, siguen alimentando el mismo odio en los descendientes de las víctimarios. Y de los victimas, por supuesto.
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