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10/06/2020

El gran Respinosa y el escudo de Roldanillo

En el hall del Teatro Moderno de Zarzal el hombre estaba en cuclillas frente a un pliego de papel amarillento adherido al armazón de madera que hacía de cartelera. En grandes letras rojas con bordes negros la palabra HOY escrita en las dos  esquinas superiores. El hombre se preparaba para arremeter, con el pincel en una mano y una regla de madera en otra, con el título de una película. Una de charros mexicanos, seguramente. Era Reinaldo Espinosa Astudillo, nacido en Cali el 12 de mayo de 1931, pero tan roldanillense como la Calle Caliente, pues a este pueblo lo trajeron cuando apenas estaba dando los primeros pasos. 

El pasado fin de semana, transcurridos sesenta y dos años de esa visión evocativa y después de ver cómo el cielo se desfondaba por el peso de una enorme granizada, fuimos a ver a Reinaldo. Es decir: Josías y yo fuimos bajando a pie por la calle 8, luego volteamos por La Amistad para coger por el único andén de la Avenida Omar Rayo y buscar la casa de Reinaldo en el barrio Holguín. Allá lo encontramos. sentado en una silla de mimbre, mirando cómo la vida continúa no obstante que esa estrecha vía de entrada al pueblo se convirtió en algo que definitivamente le cambió el paisaje. 



Reinaldo… El gran Respinosa, ése que siendo muy "pollo" entró a trabajar como ayudante de proyeccionista en el flamante Teatro Ortiz. ¿Se reventó la cinta? Eso sucedía con frecuencia, pero ahí estaba el joven Reinaldo para hacer los empates en un dos por tres. ¿Había que hacer cambio de rollo? Nadie como Reinaldo para hacerlo de manera tan sincronizada que los espectadores no lo notaban. Rápidamente reemplazó al proyeccionista. Y al publicista. Y al perifoneador. "Nadie me enseñó el arte de dibujar y hacer letreros" dice con voz cansada. "Yo mismo aprendí solo a hacer avisos, pasacalles y todas esas cosas". Todas esas cosas incluía la elaboración de mamarrachos de fin de año y muñecos festivos hechos de cartón piedra. Y carrozas temáticas para las ferias regionales. 

¿Recuerda cuando estuvimos en Tuluá haciendo las carrozas para la feria del 67? le pregunté, porque yo fui ayudante de Reinaldo. 

Sí, lo recuerdo, aunque hay muchas cosas que ya las he olvidado. Vea que ya no me acordaba de usted. Si no me dice que es hijo de la mona peluquera… 

Buena parte de la memoria se le ha extraviado. Es que tantas vivencias y experiencias y años recorridos y tantas personas con las que se ha encontrado en los cruces de su camino han terminado por confundirlo. Porque Reinaldo fue, además, animador, director técnico y dirigente de fútbol, desde cuando la actual cancha de fútbol con gradería era apenas un potrero polvoriento. Por su gestión ese potrero polvoriento fue encerrado con tapia de ladrillo. Por su gestión se construyó la gradería.

Ese estadio se hizo por mí… Claro que no fui yo solo; varios trabajaron por eso. ¿Iván Muñoz o Álvaro García? Sí, creo que fue Iván Muñoz… Ya no recuerdo. Sí, Iván Muñoz metió el hombro porque él era muy cívico. Álvaro García fue otro. Se me olvida todo. Mire que no recordaba que usted me estuvo ayudando a armar carrozas en Tuluá. 

También nosotros habíamos olvidado que nuestra visita obedecía a un asunto que nos había llamado la atención: La historia del escudo de Roldanillo, del que Reinaldo era su creador. Nos estábamos preguntando por qué solo después de cuatrocientos años cayeron en la cuenta que esta aldea no tenía escudo de armas, queríamos saber de su simbología, necesitábamos sacudirnos algunas dudas. 

Sí, yo hice el escudo de Roldanillo por encargo de… ¿Del alcalde? No me acuerdo. O del Concejo. Tal vez fue de la junta del IV Centenario… Sí, fue la junta la que me contrató. 


Consultando un ejemplar de "IV CENTENARIO", dirigido por Omar Tirado Espinosa y Elmo Augusto Cruz, encontramos que la junta del IV Centenario estaba conformada por el entonces alcalde, Luis Eduardo Osorio, Melba Madrid, los padres Bernardo Echeverry y Antonio Gutiérrez, Beatriz García, Eduardo Cruz y Álvaro Obregón. Ese ejemplar destaca la imagen de Francisco Redondo Ponce de León, dibujo hecho muy posiblemente por un niño de pre-escolar. 

La junta me encargó el escudo y que lo necesitaban rápido. Para dibujarlo yo me inspiré en las cosas que representan a Roldanillo: La capilla de La Ermita, que fue por donde entré. Un libro abierto que son los escritores y todos los artistas de aquí. Dos ríos que son el Cáceres y el Aguablanca porque por ahí estuvo el asentamiento de los indios gorrones. A un lado una rama de algodón que era muy abundante y ya no se ve y al otro lado una mata de maíz con mazorcas, que era otro cultivo abundante.

La pérdida irremediable de la memoria del gran Respinosa dejó muchos vacíos y la necesidad de conocer más detalles. Sin embargo, los recursos para la consulta técnica son más difíciles de hallar que el santo grial. No existe un archivo histórico, las fuentes de información están restringidas por protocolos que parecen tener la intención de borrar el pasado, los relatos de hechos relevantes semejan cuentos de hadas con héroes de cartulina que nunca se sentaron en la taza del sanitario, con símbolos cuya significación metafórica queda en el plano de lo fantástico. En pocas palabras: La historia Roldanillo no es más que una sucesión de imprecisiones, situaciones acomodadas a la mejor conveniencia, mentiras piadosas que, sin embargo, no se apiadan de la realidad que pasa frente a nuestros ojos. O como lo he dicho en otras ocasiones: Es una historia pegada con babas.

Lo único cierto, pues,  es que el escudo de Roldanillo fue creado, en la prisa de la improvisación, por un publicista de cinematógrafo. Este pueblo, que se jacta de rancios abolengos y de la estirpe de sus hijos (casi tanto como se enorgullece del pedigree de sus caballos) había olvidado durante cuatrocientos años que todo feudo tiene su escudo. Por eso, en ese orden de ideas, es conveniente que se encargue desde ya a un calígrafo gótico, de los que marcan diplomas, la elaboración del acta de fundación de este pueblo. Así, en el 2026 los patricios de la junta de los 450 años no tendrán que correr cuando se enteren que ese documento no existe y que, como algunos dicen,  Roldanillo no fue fundado el 20 de enero de 1576 o que su fundador no fue Francisco Redondo Ponce de León, ese mismo del que solo se conoce un dibujo hecho a las carreras posiblemente por un niño de pre-escolar.