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2/09/2021

45 años después

Hace 45 años -20 de enero de 1976- un grupo de jóvenes con cierto talento y a los que se nos negó participación dentro de la celebración del Cuarto Centenario de Roldanillo, por propia iniciativa nos tomamos un espacio del parque y allí expusimos nuestra producción pictórica, nuestra música y nuestros poemas. Ese proceder contestatario, que en esos momentos fue considerado como la verruga en la nariz de una sociedad excluyente con ínfulas de aristocracia aldeana, terminó siendo el único acto que justificó el hiperbólico título de “Meca de la cultura” dado a este pueblo.

Y recibimos el reconocimiento expreso de quienes entendieron que algo más que discursos mentirosos había producido Roldanillo, entre ellos del artista Omar Rayo, de la poeta Águeda Pizarro, del escultor Mardoqueo Montaña y de otros cultores de las bellas artes que llegaron a expresarnos su apoyo. Incluso el dictador panameño Omar Torrijos, protagonista de la cinematográfica historia de la Tierra del Alma, se dio su vueltecita por donde estábamos para saludarnos. Y para recibirlos estábamos: Enrique Espinosa, Diego Urdinola, Alberto Ayala, Alberto Soto, Pedro Alcalde, Javier Arango, Guillermo Toro, Omar Velásquez, Benjamín Torres y los hermanos Pablo y Augusto Fori, yumbeños a quienes acogimos por idénticas razones.


Cuarenta y cinco años después, algunos de los que terminamos llamándonos "Los Artistas del Parque" han partido a otros entornos. Otros se han ido definitivamente. Unos cuantos se quedaron a mitad del camino. Casi todos seguimos aferrados a un ideal sin banderas y a empresas de pocos réditos, pero con un inmenso caudal de satisfacciones.

Cuarenta y cinco años después recuerdo que no necesitamos un líder para mover los ánimos. Todos éramos líderes de una causa común. Tampoco necesitamos patrocinio de nadie.  Por eso, cuarenta y cinco años después debo refutar al grupo CEJUSCUL cuando sus integrantes afirmaron, hace poco, que fueron patrocinadores de “Los Artistas del Parque”. Eso es tan falso como el compendio histórico de la fundación de Roldanillo. O más aún.


(Las fotografías pertenecen al archivo de Enrique Espinosa y fueron cedidas amablemente 
por nuestro amigo Manuel Diógenes Rojas, el mismo Daniel que todos conocemos.)




2/04/2021

Lo del INTEP merece una defenestración

 Buscando una publicación en Facebook encontré una noticia que vale la pena comentar. Fue subida por Julián Rojas, un roldanillense que al parecer vive en Cali y da cuenta de lo que él considera un atropello a la arquitectura del INTEP.

De veras que sí es un atropello a la arquitectura y una clara demostración de la ignorancia milenaria de que hacen ostentación algunos empleados públicos con algo de poder y mucho de soberbia, como parece ocurrir con el rector del INTEP a quien se le antojó, sin consultar con las personas que sí saben del tema, hacer algunos cambios en los ventanales de la edificación levantada a comienzos del siglo pasado. 

A veces escucho voces lastimeras que se elevan ante la demolición de una vieja casa. A veces esas voces me parecen exageradas porque, no obstante que carezco del conocimiento pericial para catalogar una edificación como "patrimonio cultural", no alcanzo a vislumbrar si realmente clasifica para una restauración que mantenga el trozo de historia que puedan contener o si es un inmueble que no puede exponer los argumentos necesarios para darle paso a eso que los entusiastas llaman progreso. 

Pero en el caso de la edificación del INTEP no hay duda que cualquier clavo que se pegue en sus paredes debe ser objeto de una reflexión previa. Es que ahí hay historia. Mucha historia. Las ventanas objeto del cambio posiblemente fueron las originales. Si no lo eran, al menos se trataba de aquellas intervenidas hace algunos años con sentido restaurador de lo que representaban para la historia de Roldanillo. De modo que su actual reemplazo debió obedecer a razones muy poderosas, como el irreversible deterioro, la destrucción total por motivo de un incendio u otro hecho fortuito, en cuyo caso las nuevas ventanas tendrían que ser idénticas a las anteriores. Y entonces estaríamos hablando de remodelación y no de restauración.


Fotos tomadas del muro de Julián Rojas en Facebook 

Como sea, no quiero malpensar que el rector del INTEP está revestido de la omnipotencia que se requiere para ordenar los cambios que se efectuaron y los que a futuro se lleven a cabo. Si siendo un empleado público (servidor público señala la CN) hizo uso de ese poder dictatorial que concede la prepotencia, al menos debió ser más respetuoso con sus paisanos y con la historia local y, entonces, consultar con los expertos arquitectos especializados en monumentos históricos.

Este notable incidente me recuerda la tarde en que la señora Carolina Isackson, esposa del no bien evocado ex-presidente Virgilio Barco Vargas, se apareció, casi que de incógnito, en el Museo Rayo. Yo la acompañé en el recorrido por cada uno de los módulos, contándole algo de los antecedentes que terminaron en esa magnífica obra. Al pasar por la sala de Omar Rayo me preguntó: "¿Rayo pinta como Picasso?" Pregunta estúpida a la que se le concedió el beneficio de la ignorancia. Pero luego, frente a una serie de afiches en los que estaban impresos unos dibujos del período bejuquista de nuestro pintor, volvió a preguntar: "¿Es que los hijos de Rayo también pintan?". Como decimos los muchachos de ahora: ¡La sacó del estadio!. Pero solo afectó su historia personal. Lo que nos ocupa afecta el patrimonio arquitectónico de Roldanillo y a la comunidad educativa.

Repito: Quiero estar equivocado, tanto que llegue a la conclusión que, de manera irresponsable estoy haciendo indebidos señalamientos. El señor rector del INTEP nos lo dirá. Como nos dirá. también, cuáles son los términos del contrato de "Mejoramiento del edificio Republicano de la Sede Central del Instituto de Educación Técnica Profesional de Roldanillo" a precios unitarios sin reajuste, por valor de $234.429.422,oo suscrito con CARLOS EDUARDO HENAO GARCIA.





2/03/2021

EL PRECIO DEL AGUA

Noticia que a la que no se ha prestado la atención que merece es la que tiene que ver con la entrada del agua como producto cotizable, pasando así de la bolsa plástica a la bolsa de valores. La noticia no tuviera importancia si detrás de todo no existiera la mano del señor Montgomery Burns, personaje de los Simpson que encarna en Donald Trump, Bill Gates, Carlos Slim, Sarmiento Angulo, Gilinski, Santodomingo, Ardila Lulle y todos los que conforman el círculo de los más envidiados -pero también de los más odiados- personajes de la economía mundial.

Aunque se ha convertido en un artículo de consumo, entre nosotros aún guarda una débil vigencia aquello de que “Un vaso de agua no se niega a nadie”. Al menos en mi casa no se ha perdido esa costumbre cristiana, pese a que no tenemos creencias religiosas. Sin embargo, si usted entra a una cafetería y pide agua, el del mostrador no coge un vaso y abre el grifo, como en otras épocas, sino que le pregunta: ¿En bolsa o en botella? Y, claro, le anuncia cuál es el precio que debe pagar.

Lo mismo pasó con otras cosas que la naturaleza nos regalaba. Como la mierda de gallina, por ejemplo. Lo que en los grandes galpones era un agregado que terminaba siendo un estorbo, fue rotulado con el nombre de “gallinaza” y vendido para la elaboración de abono.

Volviendo al tema del agua, quiero contar el diálogo que tuve con un amigo con el que coincidí esta semana. Después de hablar de lo humano y lo divino, me preguntó: ¿Y qué opinás de que el precio del agua se cotice en Walt Street como el oro y el platino? ¿No te parece increíble? Acorde con la seriedad de la pregunta, le respondí: Pues hombre, hace rato le pusieron precio al agua y por eso pagamos facturas a una empresa que nos quita ese derecho si nos atrasamos cinco días en el pago.

El tema daba para más de un café, pero mi amigo cargaba afanes diferentes a los míos y cortamos la charla, aunque me quedé con las ganas de decirle que lo increíble era que en Roldanillo existieran tres riachuelos (Cáceres, El Rey y Roldanillo) cuyo cauce no sirve ni para la cría de sapos, pues sus cursos fueron desviados, previo el pago único y anticipado de una suma no conocida, a haciendas de particulares ante la mirada complaciente y cómplice de la CVC, dependencia que tiene funciones muy diferentes a hacerse los de la vista gorda.

El agua tiene un precio. Por eso se la roban.


ANIBAL

MANUEL