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12/05/2019

a-e-i-o-u... más sabe el burro que tú.

Ese era el estribillo que solíamos recitar en la escuela. Lo repetíamos de manera inocente, sin darle mucha importancia y -lo que es peor- sin mirar al fondo de su connotación. Hoy, al conocer el deshonroso puesto que ocupamos entre los países analfabetas de Latinoamérica, lo he recordado con cierta amargura y desazón al pensar en mis dos hijos, aún estudiantes de bachillerato.

De veras que son muchos los factores y circunstancias a tener en cuenta al analizar la educación… la mala educación que se imparte en Colombia. Los programas, los formadores, los estudiantes, los padres, el entorno, las condiciones, en fin: ese conjunto de factores y actores de la comunidad responsable de decirle a la juventud lo importante que es estudiar para llegar a ser alguien en la vida. Porque esa es la frase retadora con la que nos empujan como reses, sin que nos indiquen qué es lo que se debe estudiar y cómo se debe estudiar para ser "alguien en la vida".

Recuerdo con mucho desagrado a aquél profesor que me preguntó en 1965 (para calificar, no para evaluar) con cuáles países limitaba Suiza. Libreta en mano, como si empuñara un arma de exterminio intelectual, se quedó mirándome con ojos perversos. Yo, consecuente con mi condición de vago en ciernes, no había estudiado; es decir, no había memorizado la lección de geografía. Y en vez de dar una respuesta salida de la imaginación, le hice entender con mi silencio que no sabía absolutamente nada al respecto. El profe, muy enojado, me preguntó: ¿Usted sabe para qué está estudiando? Solo atiné a responder que para hacer crucigramas como mi papá. Lo dije por mamarle gallo, por dármelas de gracioso. Sin embargo, cuarenta y cinco años después encuentro que mi respuesta no fue del todo irreverente y sí muy ilustrativa, pues el sistema educativo en Colombia, desde los tiempos de upa, está diseñado para memorizar unos datos cuya utilidad práctica queda reducida a eso: a la resolución de crucigramas.

Sí, sin lugar a dudas contamos con un sistema educativo que ya no cojea porque ahora ya está en la etapa del conocimiento postrado. Y hacemos muy poco para mejorar esa parapléjica condición. Al gobierno, por supuesto lo que más le interesa es que las cosas sigan así, partiendo desde el pre-escolar hasta los niveles superiores. Lo más grave es que esa educación es multiplicadora de ignorancia, pues es la misma que forma y deforma a los maestros. 

No adornemos las cosas: Los que leen de manera crítica no lo aprendieron en la escuela. En la escuela no se enseña a leer de manera comprensiva, interpretativa y crítica. En la escuela no se enseña a leer de manera comprensiva e interpretativa. En la escuela no se se enseña a leer de manera comprensiva. En la escuela no se enseña a leer.  Julián de Zubiría Samper, un experto en educación que se educó en el exterior, es implacable al afirmar que el gobierno contrata a los que no saben leer para que enseñen a leer a los demás. Y agrega: “Colombia anda muy atrás en matemáticas porque seguimos enseñando algoritmos repetidos y rutinarios”. En entrevista radial, el profesor De Zubiría resumió las falencias de la educación, que pueden ser interpretadas así: 

  • Tenemos un currículo apartado de la realidad nacional, totalmente descontextualizado. En bachillerato, por ejemplo, se estudia con más énfasis la historia de Europa que la de Colombia, sin que ello quiera decir que se estudia a fondo la europea.
  • La formación de docentes es de las más débiles del continente. El docente se capacita como alternativa laboral y emprende especializaciones, maestrías y doctorados pensando en su próximo ascenso en el escalafón.
  • La educación pública y privada en los primeros niveles es de baja calidad. Mejora sustancialmente en la etapa superior, apuntando a lo que necesitan los grandes empresarios y no a lo que se requiere para el verdadero desarrollo general del país.
  • Apatía por la dirección o apoyo a iniciativas de carácter pedagógico emprendida por docentes con verdadera vocación.
  • Abandono de la educación y del ambiente donde se debe impartir en los sectores más apartados del territorio nacional. Hasta vergüenza da hablar de ese aspecto.

Repitiendo lo que ya han expresado en sus análisis los que sí saben del tema, hay que aceptar que nuestra educación es el producto de una política que apunta hacia el statu quo del analfabetismo en niveles que el pueblo considere normales y los dueños del país vean convenientes a sus intereses. Y a fe que esa política ha dado magníficos resultados. Basta ver la forma como redacta, la mayor parte de la gente, dos líneas de mensaje en las redes sociales. Es suficiente con leer los argumentos, carentes de fundamentación, de los que hablan de política creyendo que eso es lo mismo que hablar de fútbol. En resumen: a - e - i - o - u… más sabe el burro que tú.