Píldoras para la
memoria:
Cuando los paramilitares fueron aplaudidos en el
Congreso
‘Salvatore Mancuso, Ramón Isaza y
Ernesto Báez llegaron al Congreso en 2004, para legitimar sus crímenes e
ideología antisubversiva’
Por: Sebastián
Leal
El Congreso de la República fue el escenario en 2004 de un hecho sin
precedentes y de por sí muy vergonzoso que es necesario recordar, en una
Colombia que está ad portas de alcanzar la tan anhelada paz. Un suceso que es
obligatorio traer a colación, en donde una parte de la sociedad es
amnésica por conveniencia y cínica por convicción, lo que da como resultado una
doble moral tan arraigada como el odio y la venganza.
Este sector de la sociedad, con sus cabezas más visibles –como el
amnésico por conveniencia Álvaro Uribe o el siempre recalcitrante y de doble
moral Alejandro Ordóñez– está empecinado en continuar una guerra que lleva más
de 50 años aduciendo la impunidad que se está cometiendo en el proceso de paz
con las FARC, olvidando convenientemente algunos sucesos no de poca importancia.
!Refresquemos la memoria! En el 2004 los
tres máximos líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia, Salvatore Mancuso,
Ramón Isaza y Ernesto Báez llegaron a “la cuna de las leyes y el templo de la
Democracia” –como dijo Mancuso en su discurso– para legitimar con total
arrogancia y cinismo su larga serie de atroces crímenes, su ideología
antisubversiva y de ultraderecha, aduciendo la libertad de los colombianos e
impulsada por el abandono del Estado. Para contextualizar, es de recordar que
dos años antes y dos meses después de posesionarse Álvaro Uribe como
presidente, se instaló la mesa de Santa Fe de Ralito, después de que las AUC
anunciaran un cese al fuego como condición para iniciar una negociación con el
gobierno, con Luis Carlos Restrepo de un lado (hoy prófugo de la justicia por
falsas desmovilizaciones con las AUC) y Carlos Castaño del otro (presuntamente
asesinado por su misma gente).
Iván Roberto Duque, Salvatore Mancuso y Ramón Isaza: El paramilitarismo en el Congreso de la República, invitados por los “honorables” senadores y representantes a la Cámara por el CD
Durante este cese al fuego, las AUC
siguieron traficando droga y según la Comisión Colombiana de Juristas, estas
cometieron más de 2500 asesinatos y desapariciones, en las que masacraron
impunemente con ayuda de militares a dos familias, y degollaron niños, como lo
dice Marta Ruiz en su columna titulada “Píldoras para la memoria de Uribe”
publicada en el 2013 en la revista Semana. En ese momento nadie se “paró de la
mesa” y Uribe ni ninguno de sus seguidores habló de impunidad.
Volviendo de nuevo al suceso de la
presencia de estos tres líderes de las AUC en el Congreso, ocurrieron otros
sucesos anecdóticos que dejan ver el cinismo y la doble moral de los políticos.
El primero: en este vídeo se
ve cómo el entonces senador Moreno de Caro se acerca con su acostumbrada
efusividad a saludar y a intentar abrazar a los tres paramilitares:
El segundo: luego de que Mancuso terminara de hablar,
los casi 60 congresistas presentes en la sesión (de un total de 268), el
gobernador de Córdoba y el alcalde de Montería, ovacionaron al comandante, como
lo señaló Héctor Abad Faciolince en su columna “Los Paras en el Congreso” de la
Revista Semana de 2004.
El tercero: después de que Salvatore Mancuso,
Ramón Isaza y Ernesto Báez se fueran casi huyendo del Congreso, hubo una
intervención del entonces senador de la oposición Gustavo Petro, que fue
recibida sin aplausos, en el que señalaba que con este hecho los paramilitares
no se estaban sometiendo a la justicia sino que ellos estaban sometiendo a la
justicia. Luego, para sorpresa de todos, la por aquella entonces acérrima
senadora uribista Gina Parody (al igual que Rafael Pardo), rechazó lo sucedido
ese día, diciendo, entre otras cosas, que quienes hayan cometido delitos
atroces no pueden llegar al congreso para ser recibidos como héroes. Por este
hecho, ella fue la única que renunció a su curul, como lo ha manifestado en
varias entrevistas.
El cuarto y que es la cereza del pastel: Álvaro
Uribe Vélez dijo esa misma tarde durante un foro: “Desde que haya buena fe para
avanzar en un proceso, no tengo objeción a que se les den estas pruebitas de
democracia. Creo que se sienten más cómodos hablando en el Congreso que en la
acción violenta en la selva”. ¡Hágame el favor! Con estas declaraciones, se ve
el nivel máximo de cinismo y de amnesia conveniente del expresidente con
respecto a sus opiniones sobre el proceso de paz con las FARC. Nada más que
agregar.
Hoy, muchos de esos desmovilizados de las AUC entraron
a formar parte de las conocidas BACRIM: crearon las Águilas Negras y demás
grupos al margen de la ley que siguen delinquiendo. Muchos que cometieron
crímenes fueron amnistiados y no pagaron un solo día de cárcel en el Gobierno
de Uribe ¿Ha hablado o hablará alguno del Centro Democrático o algún
uribista de estas impunidades?
En estos tiempos tan decisivos para nosotros, para
nuestros hijos y para nuestros nietos –y en sí el futuro de un país que hace
mucho no sabe qué es vivir sin guerra– es muy importante evitar el sesgo
histórico y la polarización de los que están en contra y de los que están a
favor de la paz. Polarización que destila veneno irracional en redes sociales,
en los foros en Youtube, y en los medios de comunicación con noticieros como
RCN (al que hace poco la senadora Claudia López los confrontó a causa de su evidente sesgo
informativo, por no decir ideológico de derecha,
suceso que quedará en la retina de los colombianos como uno de los momentos más
épicos de le televisión colombiana) y que no le hace bien a las víctimas, a los
campesinos, a los niños, y a la larga a nosotros mismos. Ciertamente, ningún
proceso de paz en ninguna parte del mundo ha sido perfecto, pero ciertamente
también, la ley de justicia y paz, en donde guerrilleros que no confiesen crímenes
podrían pagar hasta 20 años de cárcel y las acciones para la reparación de las
víctimas con las FARC sí es mil veces mejor que la que se hizo con las AUC.
La invitación es a que refresquemos la memoria, no la
que nos conviene, sino la memoria de la sensatez; memoria de la verdad en pro
de que la guerra no vuelva a ocurrir y en pro de convivir en paz los unos con
los otros. La invitación es a debatir con ideas y argumentos y no con memoria
selectiva, con cinismo sin sonrojo, con insultos “castro-chavistas” o
“fascistas” ni con bombas ni con balas. La paz es para los guerrilleros, para
los paramilitares, para Uribe, para el pueblo. Regalémosle la oportunidad a
nuestros hijos y a nuestros nietos de vivir en una Colombia en paz, libre de
doble moral, que no olvida pero que perdona.
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