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6/10/2019

La imprevisión de desastres


Es de la naturaleza humana caer dos veces en el mismo hueco, pero es muy de los colombianos profundizar el hueco para caer más hondo. La inundación que se vio el domingo 9 de junio en Roldanillo no fue causada por un imprevisto. Al contrario: fue producto de un sinnúmero de circunstancias que todos conocemos de sobra pero que las autoridades encargadas de esos asuntos no atienden de manera preventiva.

No es la primera vez que los ríos Roldanillo y Rey y el zanjón de Los Mudos desborda su cauce. Tampoco será la última, decimos los escépticos. Hace un año dimos voz de alerta sobre lo que suele ocurrir en este pueblo en épocas de lluvias, sin que lo dicho hubiera causado efecto alguno en la inercia de las autoridades respectivas. Es que la oficialidad no está diseñada para atender el clamor de la gente. Su compromiso es de otra índole y sus prioridades son para con otros sectores. 

En cada municipio existe un Comité de Prevención de Desastres. Si nos apegamos al significado específico de las palabras, ese comité es creado para PREVENIR las posibilidades de un riesgo o de un hecho catastrófico o una desgracia inesperada. Sin embargo, sus integrantes (alcalde, comandante de bomberos, comandante de policía, jefe de la Defensa Civil y otros "miembros representativos" de la comunidad) suelen reunirse cuando ya no hay Santa Lucía que valga. Al menos eso es lo que uno deduce cuando, por ejemplo, el IDEAM anuncia una temporada de copiosas lluvias en el norte del Valle y, a los pocos días, el cobertizo del negocio que instaló "mi negrito" a la orilla del río Roldanillo, diagonal a la escuela Kennedy, es arrastrado por una creciente, dejándolo, económicamente, en la calle. Y tres meses después, a pesar de las predicciones del IDEAM, los hechos se repiten bajo las mismas circunstancias. ¿"mi negrito" es un tipo con mala suerte? No, señor. Es una víctima de la falta de previsón y prevención. El famoso Comité no le dijo que si seguía en ese sitio corría el riesgo de volver a quedar en la calle. El famoso comité no recomendó a la alcaldía que lo reubicara en un lugar seguro. 
Casas construidas en las riveras del río Roldanillo.
Con insistencia se ha denunciado la situación crítica del río Rey, que fue intervenido con maquinaria pesada para desviarlo hacia la hacienda La Rioja, secando su cauce a partir de ese sitio. ¿Quién autorizó? ¿Cuál fue el argumento de peso para permitir tal despropósito?

El río Roldanillo recibe un tratamiento de quinta categoría. Sus afluentes han corrido igual suerte que el río Rey. A lo que hay que agregar la deforestación paulatina de su cuenca, ya que los bosques nativos fueron reemplazados por cultivos escalonados de abeto con destino a la industrial de papel. Como si fuera poco, al entrar en la zona urbana se convierte en el vertedero ideal de basuras y escombros.

A diario y desde las 4:00 a.m. suben y bajan por la vía Roldanillo-La Tulia un promedio de treinta camiones como éste. Son los responsables del deterioro de la carrera 8, desde la calle 3 hasta el parque de La Ermita. ¿Por qué no ha sido repavimentada como otras vías? Quizás por las mismas razones económicas que deterioran el puente Eustaquio Palacios.
El zanjón de Los Mudos, que baja por las estribaciones del cerro de la Tres Cruces, es otra historia. Desde tiempos que se pierden en la memoria, este zanjón ha sido el dolor de cabeza del sector conocido como Ipira. Las inundaciones cíclicas no han fallado. Aún así, los responsables del desarrollo urbanístico que significó la aparición de los barrios El Prado y Barbosa y Torrijos no tuvieron en cuenta ese factor y, sin medir consecuencias, otorgaron licencias de construcción sobre las riveras, dándose casos extremos en que su curso pasa por el patio de algunas casas. 

Concluyamos, entonces, que el Comité de Prevención de desastres debe cambiar ese nombre, al menos en lo que atañe a la PREVENCIÓN. Y nosotros debemos cambiar de actitud frente a la inoperancia de las autoridades. Pero también debemos cambiar de actitud frente a nosotros mismos, pues nos lamentamos de los desastres naturales pero no reconocemos que la mayor parte de esos desastres son producidos por nuestras manos... por nuestra falta de consciencia de conservación de los recursos.

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