En todas las elecciones, los vasallos y cargaladrillos
de los gamonales se las ingenian para aumentar el caudal electoral de su
partido. La reparación de casas, la “donación” de materiales de construcción,
el pago de fórmulas médicas y factura de servicios, la tradicional e infaltable
cajita de lechona, el billetico doblado como un origami y una variopinta
modalidad de “trueque democrático” que asombrarían al rey de los gitanos, hacen
parte de los mecanismos para levantar votos.
La calidad y valor de los obsequios depende, desde
luego, de la calidad y valor de quien los recibe y de la cantidad de votos que
represente. Así, por ejemplo, una familia del común que puede aportar cinco
voticos se le darán unas tejas para que tape el hueco en el techo de su casa.
Pero a una familia que promete veinte valiosos votos se le repara el techo o,
si lo prefiere, se le da un contrato de trabajo en el municipio por tres meses.
Ahí tiene para escoger.
Igual ocurre en el caso del billete. Será de 50 mil si
es para don Eufrasio, de 20 mil si es para Brayan y de 10 o 5 mil si es para
‘Fatiga’, el consumidor de vicio. ¿Se dan cuenta? Hasta en la corrupción
electorera opera eso de la plusvalía en relación con la escala social.
Por si no lo notaron, los que venden su voto y el de
toda su familia y amigos, pertenecen a dos clases sociales: En primer lugar, la
de los pobres que trabajan como esclavos para comprarse un rancho, un carrito
usado y una BWS y así poder llegar al escalón clase media, que en Colombia de
verdad es media en casi todos los
aspectos. Y en segundo lugar, la clase de los pobres que viven del rebusque y
-según los economistas neoliberales- por haraganes no tienen rancho, ni
bicicleta comprada en un segundazo y por eso van de “culo pa’l estanco”... O
hace mucho rato están allá.
Cristian Zapata, habitante de la República
Independiente de Antioquia pero con nexos en Roldanillo Tierra sin alma, dijo
lo siguiente en FB:
“Los pobres hace rato votan por el uribismo.
No pueden empeorar, tampoco pueden notar que no mejoran, entonces se quedan
tranquilos. Pero la clase media, y próximamente pobre, ¿seguirá siendo uribista
después de esta desplumada de impuestos? Los pobres pueden estar locos, pero
los otros en cambio serán sólo estúpidos”.
Cimera síntesis. Ni un haikú la habría logrado.
Tomemos como modelo a ‘Fatiga’, prototípico habitante de calle, consumidor de vicio al que
nos referimos arriba. Esta persona, en expresión literal, no tiene ni dónde
caer muerto. Vive al día y las monedas que consigue es para la dosis como prioridad.
El domingo de elecciones recibió el billete de 10 mil para que votara por
Duque. ¿Qué pierde con eso? Nada, pues nada tiene. No es importador o
exportador, no tiene auto, no se desvive por la ropa de marca, no sueña con ir
a EEUU o Europa, no aspira a un caserón estrato 10-plus, no tiene afugias por
su comida, no paga impuestos directos y los indirectos le valen huevo… en
resumen, ver al país convertido en una Suiza tropical o en un estercolero le da
igual. y hasta hubiera votado gratis, como lo hace el 83.67% de los
colombianos.
En cambio, con el del techo reparado en tiempo récord
o con don Eufrasio, el del billete de 50 mil, la cosa es diferente. “No caen mal pa la gasolina” dirá
sonriendo, no se sabe si con vergüenza o con estupidez. Porque resulta que él
tiene un carro viejo que todas las mañanas debe preder empujado. Los gastos de
mecánica se le vienen en seguidilla. Y este año tuvo que pagar impuesto por
rodamiento, SOAT y tecnomecánica. Sólo le falta la renovación de la licencia
-que vence el mes entrante- y cualquier otro chicharrón. Su niño está en
colegio privado, porque no es tan pobre aunque ya debe tres meses de pensión.
Muestra vanidoso sus zapatillas de 400 y sus jean rotos de 250. Está pagando las cuotas a cuatro años de una
excursión a San Andrés. También las cuotas de la moto en la que su mujer va al
gimnasio. Los domingos va comer a restaurantes de esos que se apodan gourmet. Y
claro: votó por el que dijo Uribe porque “yo no voy a meter el dedo y a seguir
trabajando como un burro pa’ mantener a la guerrilla”. ¿Qué tal? Pero sí fue a
meterlo y seguirá trabajando para mantener a los que le merman el plato de sopa
a él y a su familia. No hay remedio: éste seguirá votando por sus verdugos
porque no quiere ver a Colombia en manos de los asquerosos comunistas. Vea,
pues.
En resumen: CLASE MEDIA: UN LIMBO INEXISTENTE. |
Para ser bondadosos hasta la prodigalidad, podríamos decir que esa actitud se debe atribuir al analfabetismo político. Pero no, en realidad es producto de la total ignorancia en asuntos que son muy importantes para todos. Por ejemplo, no saben que no es Duque el que hará todas las leyes que afectan de una u otra forma a los colombianos. Esas las hace, de manera conjunta, la cámara y el senado que cuando se unen -casi siempre para poner contra la pared a los pobres- se convierten en congreso. El congreso está compuesto por 280 paradigmas de las virtudes terrenales, entre ellos diez de las FARC. Como quien dice: dios los crea y el diablo los congrega. ¿Quién los elige? Yo no. Los elige usted, el de allá y el que está más allá. Los eligen todos los creen que ellos están en el fétido reciento para trabajar por su región y ese es el cuento chino que pregonan como culebreros. Ah, claro… también los que tienen sus intereses en la burocracia a mediano y alto nivel. Pero sucede que cuando ya se han trepado en el podio para recibir el trofeo de los 40 millones, usted se da cuenta que depositó su voto por una razón y ellos, muertos de la risa, esgrimen otras. Cada cuatro años se escuchan las mismas quejas del pueblo. ¿Masoquistas?
POSDATA: Si me lo preguntan, yo tampoco estaría
dispuesto a votar por candidatos de la guerrilla. Pero tampoco correría a votar
por el que diga otro, así ese otro sea el más patriota (palabreja que en
política tiene sinónimos harto escabrosos) o, en el peor de los casos, por el
que se vea menos malo. Para que me entiendan, en determinadas circunstancias: YO POR NADIE VOTARÍA.
2 comentarios:
muy bueno profe, un abrazo.
Felicitaciones Maestro. Tremenda disertacion.
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