Páginas

Entre muchas cosas, hay que decir lo mismo pero al contrario

Lo que pasa es que algunos miopes no ven las maravillas de nuestra aldea, pero Roldanillo es el verdadero paraíso terrenal, el único.

Por eso, entre muchas cosas y para no herir susceptibilidades de los dueños de la integridad social y moral, no se debe decir que en la época de la Violencia Política cientos de campesinos de la zona rural montañosa fueron desplazados y despojados de sus parcelas por los terratenientes. Lo que hay que decir es que en unos tiempos difíciles para el partido los respetados propietarios de inmensas haciendas invitaron amablemente a los laboriosos campesinos para que fueran a probar suerte en las ciudades. Lastimosamente esos laboriosos campesinos se volvieron perezosos y no regresaron a sus parcelas, desaprovechando las grandes oportunidades que les brindaba la ciudad.

No se debe decir que aquí hay un incremento de muertes violentas con armas de fuego por causa de la llamada “guerra del microtráfico”. Lo que hay que decir es que, actualmente, se presenta una situación que se sale de lo regular y que merece ser analizada, pues parece ser que existen lamentables discrepancias entre los empresarios de las sustancias que aún no han sido reguladas para su libre comercialización.

No se debe decir que aquí se destruye el patrimonio arquitectónico con la complicidad planeación municipal. Lo que hay que decir es que aquí se respira un refrescante aire de renovación que parece agradar al distinguido director de la oficina que vela por el orden urbanístico de la ciudad y está para promover los cambios y no permitir que nos quedemos al margen de la modernidad al seguir presentando a los visitantes un montón de edificios pasados de moda.

¿Adversarios políticos o enemigos personales?

En Colombia se cuentan dieciséis partidos con personería jurídica. Sin embargo, los colombianos hemos abierto una profunda zanja, dejando -al lado izquierdo y al lado derecho- hordas rabiosas que no confrontan propuestas programáticas ni argumentan con inteligencia, porque lo que se estila en el sórdido mundo de la política es el insulto gratuito que se oculta tras la mentira, la calumnia y la injuria. No hay ningún inconveniente en enlodar al contrario con afirmaciones, a veces descabelladas, que van desde la acusación sin fundamento hasta el bochinche malintencionado. Algunos, incluso, creen que la burla que ofende merece aplausos cerrados, no importa si va dirigida al vecino, al conocido, al desconocido o, incluso, al pariente que antes era tan querido.

Por eso pregunto: ¿Por qué quien dijo ser mi amigo entrañable se convierte ahora en un francotirador implacable que me tiene en la mira al ver que mi pensamiento político no es concordante con el suyo? “Vos lo que sos es un hijueputa mamerto” me dice ahora con un odio que no le conocía. Y de manera solapada me lanza algunas amenazas en las que se incluyen frases como: “Vamos a eliminar a los que quieren acabar con la democracia”. Con esa frase de cajón se refiere a los que piensan diferente, a los que tienen un credo diferente o una preferencia por un equipo de fútbol distinto del suyo. Es que la política lo alienó, lo encegueció, lo idiotizó, le está haciendo ver comunistas donde en realidad solo hay molinos de viento. ¿Si la pillan?

Entonces, no seamos tan eufóricos y aceptemos que, sin importar quién esté con las riendas del poder en las manos, esta Colombia (que alguna vez estuvo consagrado a una víscera: el corazón de Jesús) ha sido la misma desde hace más de doscientos años… y seguirá siendo la misma hasta el día en que los colombianos dejemos de ser los mismos. Es decir, cuando dejemos de convertir a los adversarios políticos en enemigos personales.

ALGO DEBE PASAR EN ROLDANILLO

Hacia la medianoche del pasado domingo 11, en inmediaciones del barrio Rey Bajo, ocurrió un accidente de tránsito que involucró a una motocicleta conducida por un menor de 16 años de nombre JUAN SEBASTIÁN, y una camioneta que, según versiones que circulan, era conducida por una persona en estado de embriaguez. El menor perdió la vida y su parrillero, otro menor, se encuentra en muy grave estado. Hasta ahí tenemos un caso que da para que las autoridades administrativas de tránsito definan responsabilidades. Pero resulta que estas autoridades también parecen estar involucradas en el accidente.

Según las referidas versiones, el accidente empezó a tomar forma cuando unos agentes de tránsito cumplían labores de control sobre las prácticas de 'llanteo’ en moto, tan de moda en Roldanillo. Los menores, al verse sorprendidos, huyeron a toda velocidad y los agentes emprendieron la persecución, que terminó con lo ya resumido.

Imagen de solo referencia.


Hoy la gente se pregunta: ¿Qué hacían unos menores casi a la media noche en una moto, sin casco y posiblemente sin portar la documentación correspondiente? Sí, claro: Haciendo lo que todos los muchachos de esa edad en una aldea que no ofrece otras alternativas de diversión sana. ¿Qué hacían los padres de los menores? Sin duda alguna: Lidiar con una generación que reclama independencia total, pero no quiere soltar los privilegios que les han otorgado a cambio de nada. ¿Qué hacía un borracho conduciendo un vehículo que, en esas condiciones, es una potencial arma homicida? Ah, desde luego: emborrachándose – como muchos- en su camioneta, que es como el único testículo que les queda. ¿Qué hacían los agentes de tránsito persiguiendo infractores a altas horas de la noche? Por supuesto: cumpliendo con las funciones asignadas, entre las cuales no está la de hacer operativos de persecución, pues eso le corresponde a la policía cuando va tras los delincuentes. Y los jóvenes accidentados, hasta donde se sabe, no estaban portando ese rótulo en el pecho.

A estas alturas no hemos escuchado las voces de las autoridades, tan dadas a darse vitrina en circunstancias que a veces no ameritan siquiera la mención casual, pero es de imaginar que deben estar preocupadísimas y muy ocupadas diseñando soluciones y tomando medidas a corto plazo, como lo hacen los sastres.

POSDATA: Tengo entendido que los padres de las víctimas ya iniciaron los contactos con un profesional del Derecho a fin de formalizar la denuncia correspondiente, pues así como a la ciudadanía se les exige en cumplimiento de sus obligaciones, la ciudadanía debe levantar su voz para exigir a las autoridades que cumplan con las suyas.