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8/27/2018

Se perdió pero a la inversa.

El domingo 26 de agosto se convirtió en la fecha emblemática que será recordada porque el pueblo colombiano tenía el compromiso de votar la Consulta Anticorrupción, siguiendo una directriz que se podría pensar fue inspirada por lo más puro del realismo mágico latinoamericano.

Desde muy temprano se sintió la arremetida de las campañas en favor y en contra de la consulta, pues incluso algo en lo que debimos ser una sola fuerza, nos polarizó. Claro que en esta ocasión no hubo perifoneos rompetímpanos, ni pasacalles contaminantes, ni promesas, ni lechona, ni posibilidad de trabajo con entidades oficiales, ni... Mejor dicho: esta vez no hubo nada para sacarle provecho personal y, por ello mismo, el elector no era el objetivo de los políticos. En algo de tanto interés para el pueblo, salvo los promotores de la novedosa consulta, los políticos fueron ciegos y sordomudos. 

Al momento de sonar la sirena para dar apertura a las votaciones, el censo electoral nos indicaba que 36.421.026 personas estaban capacitadas por la Registraduría para votar. Al final, cuando a las 8:35 pm la Registraduría emitió el último boletín, el resultado fue de 11.671.420 votos ¿Somos idiotas? Sí. A esa hora más de 24 millones así lo confirmó.

Discriminados por preguntas, los resultados fueron estos:






Faltaron 468.622 votos para alcanzar el umbral. Sin embargo, no deja de ser significativo que de esos 11.671.420, el 99,32% votó 7 veces SI.

Hasta aquí la cosa se ve normal. La consulta no pasó. Y aunque uno quiera mirar desde otro ángulo los resultados diciendo que ese fue un "triunfo político", quedó demostrado que la corrupción tiene montado su imperio en un país que es terreno fértil para la gran variedad de delitos que se generan desde la clase política. Hay 11.510.899 colombianos de bien que no pierden la esperanza de ver un mejor futuro. Pero hay también 24.749.606 seudo-colombianos que, por acción o por omisión, decidieron ser cómplices complacientes de los que, entre muchos delitos, asesinan, roban, desaparecen personas, despojan al débil, amenazan, desplazan... Y ser cómplice de un asesino, por ejemplo, le mancha de sangre las manos, tanto como al mismo asesino.


Lo cierto es que en este ensayo político no perdieron los que estaban a favor de la consulta. No perdieron los que estaban en contra. De ninguno de los dos lados se pudo ver caravanas de motociclistas tirándose harina como salvajes para celebrar. Sólo salió perdiendo la dignidad de un país que ya no aguanta más.

¿Nos hemos convertido en el hazmerreir del mundo? De manera categórica digo que no, porque en realidad somos el hazmerreir desde hace tres siglos, desde la Patria Boba, período en que ya nos estábamos matando por diferencias políticas... ¡Sin que se hubiera logrado la independencia de la corona española!




8/23/2018

Todos ponen, todos quitan

Roldanillo ha contado con mandatarios municipales tan cuestionados que cuando un alcalde, como el señor Jaime Ríos, realiza obras notorias (no sólo porque se ven sino porque realmente benefician a la comunidad) surgen entusiastas voceros y miembros de la cofradía de los aplausos a proponer absurdos. 

El simple ciudadano, ese que vota cada tres años por alcalde y concejo y cada cuatro por presidente y congreso tal vez sin medir el alcance de sus decisiones, se acostumbró a esos personajes que llegan hablando mucho y se van sin hacer nada y es por eso que al ver una obra de reconstrucción como la vía de ingreso a nuestro pueblo, que no sólo le cambia positivamente la cara sino que da una sensación de confort y modernidad, considera que es la octava o novena maravilla del mundo. 


Sin lugar a dudas el señor Ríos ha hecho en tres años mucho más de lo que se vio en las dos administraciones anteriores. Pero de ahí a afirmar, como lo hace Luis Gerardo Castro en su cuenta de Facebook, que la popularidad del alcalde le da para PONER el próximo administrador municipal, no sólo es un exabrupto sino que reafirma que la cultura del caciquismo parroquial está vivita y coleando en nuestro pueblo. Es desconocer que la voluntad del pueblo (aunque esa voluntad esté "amarrada") es la que se debe atender en una democracia.


Desde luego que sí, el señor Jaime Ríos goza de un nivel de popularidad que desde hace muchos no se veía hacia un alcalde en Roldanillo. Sin embargo, el poder unilateral para quitar y poner es de sistemas gubernativos bien distintos al nuestro. De las monarquías absolutas. De las dictaduras. Pero en la democracia, aunque permeada por los plutócratas y los gamonales, quien pone y quita es el pueblo y sólo a través de unos mecanismos contemplados en la constitución nacional.

Como vivimos en un trópico exuberante, nuestra visión de las cosas se da desde una perspectiva magnificada y bien alejada de lo objetivo. Si la propuesta hubiera sido, por ejemplo, levantarle una estatua al alcalde en round point de la entrada a Roldanillo, que seguramente la merece, sin entrar en ningún tipo de análisis la respuesta hubiera sido: sí, pero no de cemento sino de bronce. Dado que sólo lo propusieron para "poner" a su sucesor, de una vez surgieron inquietudes acerca de quién podría ser el señalado dedocráticamente. Otros fueron más allá y se preguntaron por qué no se re-elegía. Ni García Márquez imaginó que Macondo podía tener una aldea vecina llamada Roldanillo.

                   
Aterricemos. El actual alcalde de Roldanillo ha mostrado buena gestión, como la que hizo para la reconstrucción de la entrada a Roldanillo desde la glorieta, que por cierto es obra del gobierno departamental. El actual alcalde ha tapado muchos huecos de los que sobran en las calles de Roldanillo. El actual alcalde ha emprendido obras de infraestuctura que demuestran capacidad en la ejecutoria administrativa. El actual alcalde ha hecho lo que es su obligación hacer. Se merece la inmortalidad de su nombre en una placa. Pero (¡Claro, no han de faltar los peros!) su buena gestión se ve un poco deslucida ante cosas muy sencillas de solucionar, tan sencillas como lo del parque de la ermita, para sólo mencionar ese lunar... por ahora.







8/17/2018

Pobres ricos pobres


En todas las elecciones, los vasallos y cargaladrillos de los gamonales se las ingenian para aumentar el caudal electoral de su partido. La reparación de casas, la “donación” de materiales de construcción, el pago de fórmulas médicas y factura de servicios, la tradicional e infaltable cajita de lechona, el billetico doblado como un origami y una variopinta modalidad de “trueque democrático” que asombrarían al rey de los gitanos, hacen parte de los mecanismos para levantar votos.



La calidad y valor de los obsequios depende, desde luego, de la calidad y valor de quien los recibe y de la cantidad de votos que represente. Así, por ejemplo, una familia del común que puede aportar cinco voticos se le darán unas tejas para que tape el hueco en el techo de su casa. Pero a una familia que promete veinte valiosos votos se le repara el techo o, si lo prefiere, se le da un contrato de trabajo en el municipio por tres meses. Ahí tiene para escoger.

8/14/2018

Voyeuristas a la orden

Existen unos desvergonzados que tienen el hábito de mirar por las hendijas, por el hueco de cerradura, a través de las cortinas o resguardados en puertas y ventanas medio entornadas: Son los voyeuristas, personas que dejaron de sentir simple curiosidad y se convirtieron en morbosos observadores de la vida ajena. Para estos enfermos mentales (muy seguramente también de otras cosas) estos tiempo de la cibernética son ideales, si se tiene en cuenta que la internet convirtió el planeta en una aldea global; es decir, en un lugar que podemos observar desde el escritorio o el teléfono celular, sin ser observados... aparentemente.