Al ver esas imágenes uno siente rabia. Este no es el Roldanillo "Tierra del alma" que nos han vendido. Esta es la Tierra sin Amar.
Lo de "Territorio del arte", como también le llamamos, lo alcanzamos a
soportar porque hay una institución, el Museo Rayo, que trabaja a brazo
partido y con resultados tangibles para reafirmarlo. Pero decir que
somos un pueblo que respira cultura es una hipérbole, una mentira del
tamaño de una catedral. Aquí no se respira cultura. Aquí nos asfixiamos
en la incultura. Las babosadas monumentales que publicamos en las redes
sociales, como si fuera lo más cimero de nuestra inteligencia, nos retratan de cuerpo entero.
Deleitémonos con otras imágenes de la estética del abandono:
De
veras que la impotencia es agobiante. ¿Será que el señor alcalde o
cualquiera de sus subalternos no pasan por acá desde hace muchisísimos
años? Sabemos de lo complejo que es gerenciar un municipio administrado
exclusivamente desde lo político, entendemos que sus "multiples
ocupaciones" obligan al mandatario a atender muchos frentes al mismo
tiempo. Pero también sabemos que tiene unos secretarios que son el
paradigma de la eficiencia y no esperan apoltronados en sus oficinas a
que les cuenten los problemas sino que cada uno recorre milímetro a
milímetro el municipio para enterarse oportunamente de las necesidades
más urgentes a cubrir y, por ello mismo, resulta inexplicable que
-frente al accionar cavernícola de algunos de nuestros paisanos- la
gente de bien se vea obligada a improvisar "sentaderos".
A continuación dejo constancia de la iniciativa particular, que resultó muy superior frente a la inoperancia oficial para atender el mantenimiento del parque Eustaquio Palacios:
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Bancas
de fácil recuperación si se someten a una intervención inmediata.
INMEDIATA. Como la idea no es sólo poner el dedo en la llaga sino
untarle un poco de Isodine al asunto, al encontrarme con Arturo Millán y
un amigo suyo les planteé la idea de mandarlas a reparar. "¡Ni se le
ocurra!", exclamó el amigo de Arturo.
Me
contó que que con Fabio Vargas y otras personas con sentido cívico se
dieron a la tarea de sembrar plantas ornamentales y arbustos y ponerles
cercos de guadua para protegerlos, podaron las veraneras, acomodaron
algunas bancas, trataron de arreglar otras y hasta compraron
no sé cuántos metros de manguera para regar prados y vegetación. ¿Qué
pasó? Que un funcionario de cuarto nivel les ordenó no meterse en lo que
no les importaba y una patrulla de la policía les amenazó con
detenerlos si no suspendían la botadera de agua. Eso mismo le pasó a
Iván Quiza.
¿Y el parquero? pregunté en medio de mi ingenuidad. "No
hay. Nadie cuida esto. Por ahí se ven dos auxiliares bachilleres, pero
esos chinos sólo están para charlar con las muchachitas y chatiar con
los amigos. Ellos no tienen autoridad. Esto está a la buena de Dios". Y yo pensando que estaba a la buena de la administración municipal.
¡Oh gloria inmarcesible!
***
Repitámoslo:
El parque Eustaquio Palacios parece no tener dolientes. Los vándalos
hacen su agosto a los ojos de la comunidad. A la comunidad no le
importa. Y la negligencia oficial le da la estocada final. Negligencia,
conforme al DRAE, es: Descuido, omisión; falta de esfuerzo o
aplicación. La sinonimia tiene otro sonoro vocablo que ya hemos
utilizado: Desidia.
¿A qué otra cosa atribuir el panorama de abandono que se observa
actualmente? Bordes de andenes desprendidos por sectores, adoquines
rotos y flojos, zonas verdes convertidas en pajonales...
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No
obstante, el parque Eustaquio Palacios sigue siendo es el referente de
quienes, de tarde en tarde, buscan recibir los vientos del Pacífico,
reinventar una charla tejida con anécdotas, alivianar el tedio de cada
día o, simplemente, dejarse tentar por la oferta de un bocado de comida
rápida. (¿Otro problema?).
El
deterioro del parque no es de reciente data. Desde el comienzo de esta
administración se empezó a notar, pero cada día que pasa se hace más
evidente. ¿Imprevisión al momento de proyectar los recursos
presupuestales? ¿Imperdonable olvido de ese entorno social? Lo que sea,
se requiere la intervención inmediata de los que tienen que ver con la
administración municipal, pues si bien su cuidado corresponde a los
usuarios y a la comunidad en general, el mantenimiento de la
infraestructura de los bienes que pertenecen al municipio es
responsabilidad, precisamente, de… ¿De quién? Estoy seguro que no es de
la Secretaría de Movilidad y Tránsito. Estoy seguro.
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