En esta semana mi
muy querido amigo Fernando Llanos Llanos puso el dedo en la llaga social al
señalar que “Ha nacido una nueva clase oligarca en Colombia, son los
ultraderechistas ESTRATO 1. 2 - 3. Quienes no se reúnen en el club Colombia, El
Nogal o Campestre, sino en la tienda de la esquina del barrio, no juegan golf,
ni tenis, ni póker, juegan parqués, dominó y billar, no comen caviar ni beben
whisky ni champán, comen papa chorreada, morcilla y piden una Póker o Águila
para tres, lo único que conocieron del conflicto armado en Colombia fue lo que
leyeron en Quihubo, El País, el tiempo o
el ADN o lo que vieron en RCN. No tienen tierras, ni grandes empresas, ni en
que caerse muertos pero están preocupados y tienen mucho MIEDO porque les van a
expropiar, nadie sabe qué, pero están preocupados, lo único que saben de
política es dos palabras, castrochavismo y vamos a quedar como Venezuela.
Porque es lo que a diario ven por RCN y CARACOL” (Lea texto completo del mensaje publicado por Fernando Llanos Llanos)
Muy acertado el
comentario porque esos personajes, llenos de tantas contradicciones como de
ignorancia, son los que se ven por estos días, en cantidades oceánicas, defendiendo ideales que están en contravía de su realidad y se creen de mejor familia sólo porque lograron conseguir una moto, mientras el vecino todavía tiene que andar a pie. Además, como estamos en un país cuyos dirigentes durante
siglos han vivido del parasitismo encomendero, explotando a un campesinado que
de la noche a la mañana se volvió obrero fabril y siguió aportando su cuota de
servilismo, Juan Pueblo ya grabó en el disco duro que esas prácticas son las
correctas y que si queremos ser alguien en la vida (es decír: si queremos conseguir algo en la vida) hay que obedecer, agachando la cabeza, a los poderosos, no sin antes pasar pisoteando a los demás.
Mi abuelo Uldarico, quien -para deshonra de la familia Venegas- participó en la llamada “Guerra de los Mil Días”, decía que en esa contienda los liberales y conservadores de ruana y alpargatas se mataban de día en el campo de batalla mientras los elegantes generales de ambos bandos jugaban de noche ajedrez en los campamentos. Desde luego que tropa rasa era enlistada de la peonada macilenta que tomaba la filiación política del patrón y lo único que hacía era correr para donde ese patrón arreaba. Más o menos como ahora, sólo que en nuestros días la gente corre, casi muerta de hambre, para donde le den un tamal, una caja de lechona o un enorme mercado de veinte mil pesos.
Mi abuelo Uldarico, quien -para deshonra de la familia Venegas- participó en la llamada “Guerra de los Mil Días”, decía que en esa contienda los liberales y conservadores de ruana y alpargatas se mataban de día en el campo de batalla mientras los elegantes generales de ambos bandos jugaban de noche ajedrez en los campamentos. Desde luego que tropa rasa era enlistada de la peonada macilenta que tomaba la filiación política del patrón y lo único que hacía era correr para donde ese patrón arreaba. Más o menos como ahora, sólo que en nuestros días la gente corre, casi muerta de hambre, para donde le den un tamal, una caja de lechona o un enorme mercado de veinte mil pesos.
Sí, ha nacido una nueva clase oligarca en Colombia. (Lea sobre el sistema oligárquico). Pero al mismo tiempo ha nacido una nueva forma de cliché lingüístico.
En nuestro entorno
político solo se ven personas estrato 1, 2 y 3
(que en el Country es el equivalente al estrato -0, aunque en Roldanillo
creemos pertenecer a una aristocracia especial) cacareando un discurso de tres
líneas aprendidas del que, a su vez, lo aprendió en Facebook. Discurso
intolerante, cargado de odio y fanatismo irracional que de veras atemoriza.
Discurso que defiende -con amenazas solapadas e insultos gratuitos- a líderes
de pocas ideas pero sí con exageradas ambiciones personales. Por eso vemos la
involución del lenguaje utilizado en las redes sociales, que se caracterizaba por
los elogios inmerecidos (Te ves genial, como siempre. Muy bella tu familia,
Dios los bendiga) pasó a ser de corte séptico: El asqueroso comunista de Petro,
el asesino y violador de Timoshenko… Y si usted se toma la osadía de pensar
diferente, entonces el calificativo es único: Mamerto, pues el fascismo
encontró en esa palabra el abracadabra para argumentar lo que no es capaz de
argumentar. Es el insulto a flor de piel que casi siempre se acompaña de
imprecaciones.
Claro que los estrato 1 y 2 están divididos ideológicamente, porque de igual manera los mamertos (me encasillan inmerecidamente en ese gremio) aprendieron el discurso y no hablan del insigne patriota Uribe sino que se refieren a esa gonorrea asesina. ¿Santos? Lo menos que le dicen es traidor HP (Traidor Honorable Presidente).
Claro que los estrato 1 y 2 están divididos ideológicamente, porque de igual manera los mamertos (me encasillan inmerecidamente en ese gremio) aprendieron el discurso y no hablan del insigne patriota Uribe sino que se refieren a esa gonorrea asesina. ¿Santos? Lo menos que le dicen es traidor HP (Traidor Honorable Presidente).
No, en el fondo no es el uso
retorcido del lenguaje de una oligarquía de vereda que no tiene dónde caer
muerta, pero teme que le expropien el colchón o la tierra que ha acumulado en
el ombligo. Es el referente que, en este caso, apunta a personas que no pueden
replicar. Por eso causan hilaridad esos
mensajes que, por lo repetitivos, uno ya pasa por alto. Uribe, Santos,
Timoshenko o Petro ni siquiera los conocen, pues esos patriotas, que no duermen
por pensar en cómo mejorar las condiciones de su Finca-Estado, no están tan
desocupados como para vivir pendientes de las idioteces que usted y yo
escribimos en la web. En la web o nada.
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