La prolongación de la Transversal 12 es una obra que los tulueños esperaban desde hacía más de dos década. Por fin fue terminada y entregada a comienzos de este año, lo que permitió la salida rápida de vehículos que van al norte o al sur del departamento del Valle del Cauca. Incluso se ha convertido en el trayecto favorito de más de cien personas que todos los días desde las 4:30 a.m. pedalean, trotan, marchan o simplemente salen a caminar los tres kilómetros que hay desde el puente sobre el río Tuluá y la Avenida Simón Bolívar y el puente de retorno sobre la vía Panamericana o Carretera 25.
No obstante, la prolongación de la transversal 12 también se ha convertido en el vertedero de basuras de algunos tulueños con poca educación y ningún respeto por su ciudad y su gente. Desde la esquina de la estación de servicio de la calle 28A con Transversal se ven imágenes como las que se muestran a continuación:
Quien no guarda la bolsa de su basura en espera que pase el carro recolector y, en cambio, se toma el trabajo de cargarla en su automóvil o moto para arrojarla en el tramo de la vía que ya he mencionado, no solamente está contraviniendo una norma establecida sino que está exhibiendo lo peor de su condición ciudadana. Es alguien que no respeta a los demás y, por lo tanto, no tiene respeto por sí mismo. Es un marginado de sus obligaciones.
Sin embargo, la administración municipal también tiene su responsabilidad en esta situación, pues habilitó una vía de mucha importancia, pero la dejó a la buena de Dios en cuanto a la preservación de su aseo. Desde luego que existe una empresa particular contratada por la alcaldía para que realice esa labor, pero esa empresa no va a extenderse hasta lugares que no están contemplados en el contrato respectivo, como seguramente ocurre en este caso concreto.
Este es, entonces, el llamado que hace un ciudadano común y corriente que vive en Tuluá y a diario recorre, al trote, ese tramo de vía que poco a poco adquiere las características de basurero público. Es necesario que la alcaldía municipal, a través de la dependencia a la que corresponda, despliegue las actividades preventivas necesarias a fin de evitar que la práctica de arrojar basuras en ese sitio se convierta en algo común y nos acostumbremos a vivir en la inmundicia.
Es necesario que se adicione al contrato suscrito con la empresa de aseo que opera en Tuluá para que se haga un recorrido periódico por esos tres kilómetros y recojan las bolsas que los inconsecuentes arrojan sin ninguna consideración.
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