Que en Colombia un muerto salga a votar no es raro.Tampoco lo es que una persona denuncie con nombre falso y cédula y dirección inexistentes. Pero que esa denuncia sea recibida con todas las legalidades del caso y se le dé trámite normal, incluso sabiendo de su evidente falsedad… esa sí es toda una novedad de la jurisprudencia municipal producida en la alcaldía de Roldanillo, un pueblo enclavado entre la cordillera occidental y las montañas de actuaciones que han rayado en la corrupción. El mejoramiento de 60 viviendas (que fueron 52), la construcción de 140 viviendas de interés social (que al parecer son de interés personal) y la remodelación de un parque que no necesitaba remodelación, es una muestra.
Resulta que JOSÉ MANUEL PARRA MARIN, un ciudadano común y corriente, que vive de lo que produce un puesto de comidas rápidas instalado desde hace cuatro años en el andén de su casa, de un momento a otro y por arte de la politiquería que carcome los cimientos de la institucionalidad, ya no pudo trabajar más. JOSE MANUEL PARRA MARÍN solicitó que se le renovara la autorización para continuar con su negocio y la administración municipal del señor Jaime Ríos le dijo que NO. La misma administración que gobierna bajo el lema de “Roldanillo de todos y para todos” le dijo a José Manuel que él no estaba dentro de esos todos. Uno conjetura que tal vez se debe a que José Manuel no pertenece a todos los de la rosca, a que no votó por él, a que no va a su directorio y sólo es en un ciudadano que reclama sus derechos y, de paso, se toma la molestia de reclamar los de los demás.
Dicen que en Roldanillo todo el mundo conoce a todo el mundo, menos a GONZALO EDUARDO TORO. José Manuel tampoco lo conoce, no sabe quién es ni a qué se dedica ni qué es lo que fabrica aunque dice ser habitante del barrio La Asunción. Pues resulta que Eduardo Toro presentó ante la Inspección de Policía de Roldanillo denuncia por invasión del espacio público. Aquí está el encabezado de la misiva:
Se da por sentado que en la Inspección de Policía sí conocen a Gonzalo Eduardo Toro, pues éste debió presentarse personalmente en esa dependencia municipal a radicar su queja, luego de estrechar la mano a los que allí laboran, presentar su cédula de ciudadanía y adjuntar copia de la misma a los documentos de denuncia, como se le exige a todos, incluso en la más oscura inspección de policía. Si no se hizo así, si la denuncia cayó en el escritorio de la inspectora por obra y gracia del espíritu santo, entonces estamos ante una sospechosa omisión, pues el sentido común (tan raro en algunas dependencias oficiales) indica que en la inspección de policía, si es que fueron diligentes, se debió iniciar una verificación del autor de la denuncia, lo cual no es tan difícil pues el señor Gonzalo Eduardo Toro aportó el número de su cédula y la dirección de su residencia.
Repito: Si el escrito no fue presentado personalmente (supongamos que no lo dejó el espíritu santo sino que llegó por correo), para verificar su autenticidad sólo era necesario ir u oficiar a la Registraduría del Estado Civil para que se consultara si ese cupo numérico había sido asignado a ese ciudadano (Pulse aquí para Ver certificado) y verificar si en la dirección consignada en la denuncia vivía ese ciudadano. Nada del otro mundo ni que excediera el esfuerzo sobrehumano que a diario deben hacer los servidores de la alcaldía que verdaderamente cumplen con sus funciones y no quieren ser los autores visibles de una injusticia ni hacer caer en injusticias a otros servidores públicos de más alto rango que tuvieran que ver en las respectivas decisiones.
Al parecer nada de lo anterior se tuvo en cuenta, no obstante que la inspectora de policía debe ser una profunda conocedora de las normas, así su dependencia no tenga la majestuosidad de la Corte Suprema de Justicia. Al parecer lo que primó fue el principio de celeridad, pero no para darle curso oportuno a un asunto administrativo, sino para aportar la cuota de ciega y genuflexiva obediencia que los empleados de tercera creen deber a sus superiores.
José Manuel, como víctima de un complot al mejor estilo de los que se fraguan con cierta frecuencia en los sótanos del Vaticano y del Congreso colombiano (agreguemos: de los pasillos de la alcaldía) se propuso saber quién era Gonzalo Eduardo Toro. Quería dialogar con él, aclarar algunos aspectos de su denuncia, tratar de conciliar puntos de vista. Después de todo, José Manuel es considerado como buen vecino, alejado de problemas de cuadra, persona que tiene claridad respecto de las normas de convivencia. Pueden preguntarlo en la Asunción. Gonzalo Eduardo Toro, por vivir en la Carrera 10 Nro. 14-25 de Roldanillo, dijo ser su vecino. José Manuel no lo sabía pero, de acuerdo con las señas aportada en la denuncia, ambos viven a menos de veinte metros. Entonces fue a buscarlo. Adivina adivinador: la dirección no existe. La carrera 10 sí, pero la nomenclatura 14-25 no existe. Blanco es y gallina lo pone, pero frito no se lo come Gonzalo Eduardo Toro, porque tampoco éste existe. Es una creación maquiavélica que, sin lugar a dudas, salió de lo más profundo y hediondo de la politiquería parroquial, esa que carece de escrúpulos y campea en los pasillos del palacio municipal en forma de correveidile y por eso no tiene inconveniente en pasar por encima de todo el que se atraviese. Vean este documento (Pulse sobre el siguiente enlace)
Veamos cuál es el inexistente motivo que llevó al inexistente Gonzalo Eduardo Toro a presentar su queja:
Bueno, por un momento pensé que dicho señor (al menos reconoce que José Manuel es un señor) y su esposa sacaban en las noches una venta de basuco, pero no: es una venta de perros y hamburguesas. El autor del escrito, que sí existe pero no puede con su cobardía, posa de sufrida víctima y narra las peripecias que tiene que pasar al sortear el endiablado tránsito vehicular que se presenta, precisamente en las noches, cuando José Manuel saca su puesto de venta de perros. Bueno, si ese es el problema pues que pongan cuatro o cinco semáforos entre la sede del Cuerpo de Bomberos y La Normal Jorge Isaacs. O que meten en cintura a los motocilcistas que bajan a gran velocidad por esa vía. Para eso están las autoridades de tránsito. ¿Cuántas veces habrá estado Gonzalo Eduardo Toro al borde de la muerte al tratar de caminar por la carrera 10? Nunca. Las personas que no existen no pueden morir, eso es obvio.
Una persona de mentiras es la máscara de un mentiroso real. Es decir, es un cobarde que sabe del daño que está causando y por eso no deja ver su cara, ni siquiera de su madre. Ese cobarde mentiroso que se disfraza del inexistente Gonzalo Eduardo Toro arrojando, sin ningún pudor, imprecisiones que creyó se quedarían ahí. No pensó que lo de “la gran cantidad de humo que sale de los asados, fritos y cocinadas” sería revisado por un servidor de la UES Tuluá. Así como la falacia de “es importante informarle señor alcalde, que ya varios vecinos han hablado con dicho señor para que despeje el espacio público y lo que hace es enojarse y tratar mal a las persona”. Eso sí es excremento puro. Los vecinos dicen otra cosa que los acuciosos servidores de la alcaldía no han corroborado.
Algo que llama la atención es que la denuncia fue presentada en la inspección de policía y la “información“ la entrega el quejoso como si estuviera dirigiéndose al señor Jaime Ríos. ¿Por qué no presentó la queja directamente en el despacho del alcalde? ¿Un lapsus delator que se escapó en mala hora? Por acá sabemos que sí, que en medio de las engañifas se le pasó ese detallito.
Dejemos lo del lapsus para otro momento y continuemos con esta perla:
Si alguien realmente tiene "influencias" en la alcaldía es José Manuel, pues influye en el mal genio de aquellos servidores públicos que lo ven llegar con un escrito invocando el artículo 23 de la Constitución y exclaman: "Ahí viene ese hijuep... a joder" sin reflexionar que ese hijuep... es un ciudadano que exige (no mendiga) su derecho a ser atendido. Para eso paga sus impuestos, como lo hace cualquier colombiano, incluido el habitante de calle que compra una gaseosa. Para eso esos impuestos, en buena parte, se los "traga" el sueldo de la burocracia a la que hay que mantener en todos los municipios. José Manuel tiene muchas influencias en la alcaldía porque influye en los que lo han amenazado de muerte por denunciar públicamente para que a su comunidad no la roben de frente con proyectos oficiales que se ejecutan a media esperando que los beneficiarios se "mamen" de reclamar.
Desde luego que el espacio público es un bien colectivo. Así lo dice la Ley 9 de 1989.
Artículo 5º.- Entiéndese por espacio público el conjunto de inmuebles públicos y los elementos arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados, destinados por su naturaleza, por su uso o afectación, a la satisfacción de necesidades urbanas colectivas que transcienden, por tanto, los límites de los intereses, individuales de los habitantes.
Así, constituyen el espació público de la ciudad las áreas requeridas para la circulación, tanto peatonal como vehicular, las áreas para la recreación pública, activa o pasiva, para la seguridad y tranquilidad ciudadana, las franjas de retiro de las edificaciones sobre las vías, fuentes de agua, parques, plazas, zonas verdes y similares, las necesarias para la instalación y mantenimiento de los servicios públicos básicos, para la instalación y uso de los elementos constitutivos del amoblamiento urbano en todas sus expresiones, para la preservación de las obras de interés público y de los elementos históricos, culturales, religiosos, recreativos y artísticos, para la conservación y preservación del paisaje y los elementos naturales del entorno de la ciudad, los necesarios para la preservación y conservación de las playas marinas y fluviales, los terrenos de bajamar, así como de sus elementos vegetativos, arenas y corales y, en general , por todas las zonas existentes o debidamente proyectadas en las que el interés colectivo sea manifiesto y conveniente y que constituyan, por consiguiente, zonas para el uso o el disfrute colectivo.
Es conveniente que lean el texto de la Ordenanza que invoca el inexistente GONZALA EDUARDO TORO (¿Por qué no firmarían como Piter Albeiro?). Así podrán todos analizar hasta donde llegan las podridas intenciones de alguien que ahora dicen no conocer en la alcaldía municipal, pero que fue capaz de "engañar" a unos empleados que son muy solícitos a la hora de recibir -incluso denuncias- pero muy negligentes a la hora de corroborar la veracidad de lo que reciben.
Este tema es bien extenso. Lo dejamos aquí para que consulten la Ordenanza en mención y podamos hablar luego de las respuestas oficiales que ha recibido José Manuel y de cualquier otro detalle que se nos haya quedado en el tintero.
ANIBAL MANUEL
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