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A mí es que no me cuadra ese cuento

A mí es que no me cuadra ese cuento de la fundación de este pueblo, pues en mi época de escolar ningún maestro me habló de Francisco Redondo Ponce de León ni de un 20 de enero de 1576. Tampoco en el bachillerato, lo que sí es bien raro porque ellos eran muy dados a fantasear con los hechos históricos y, no pocas veces, a inventarlos.

Tratando de encontrar explicaciones me di a la tarea de recoger lo que la tradición oral (la escrita es muy escasa) consignaba al respecto, pero nada; el relato histórico se reduce a señalar Francisco Redondo Ponce de León fundó Roldanillo el 20 de enero de 1576. Solo eso.

Ya que no encontré explicaciones que estuvieran sustentadas con firmeza, fui armando una hipótesis de la misma manera que se arma un rompecabezas: con piezas que a veces encajan y a veces no pero que al final dejan ver esa realidad que uno suponía. Aquí está:

Resulta que un grupo de concejales municipales y notables personajes de esta aldea acostumbraba a reunirse cada noche en el parque Elías Guerrero para chacotear como cualquier vecino de barrio estrato dos, solo que ellos se presentaban con la aureola de gente de bien, a los que todo les lucía de maravilla. Entre charla y charla, en las que se colaba algún chisme inocente que dejaba por el suelo la honra de algunas muchachas, estos nobles caballeros descubrieron que el General Omar Torrijos, que en esos momentos era dictador de Panamá, era el sexto hijo de don José María, un maestro de escuela nacido en Roldanillo a finales del siglo 19, dato suficiente para pensar que el General era una excelente disculpa para el roce social transfronterizo. ¿Se imaginan? El primer mandatrio de Panamá visitando el pueblo que no era su pueblo pero pudo serlo, el mandamás de Panamá estrechando la mano de la aristocracia aldeana... eso era un regalo del cielo.

Entonces se dieron a buscar la justificación para rendirle homenaje a un dictador cuyo vínculo con Roldanillo era muy raquítico. Y la encontraron en la desmemoria e ignorancia de la gente. ¿Por qué no convertir una celebración religiosa en un hito aniversario? Aprovecharon el papayazo de que nadie sabía de los datos de fundación de este pueblo. Nadie. Los folletos, pasquines, panfletos y demás escritos publicados doscientos años atrás no lo decían en concreto y solo se limitaban a mencionar de refilón alguna mentiras inocuas. Como aquellas que nos entregaba don Elí, mi primer maestro en la Primitivo, cuando nos decía que el nombre de Roldanillo surgió porque un día un español de bombachas pasó por aquí cuando solo habían cuatro casas y preguntó: "¿Quién fundo este caserío?" Un vecino salió de su letargo cenital y con voz calma respondió: "Yo y Roldán. El de las bombachas, que era de buen hablar castellano, corrigió de inmediato al vecino: "El burro adelante patea. Se dice: Roldán y yo". Roldán i llo. Como don Elí sabía que eso no tenpia ningun sustento, agregaba otra mentirita: Claro que también se debe tener en cuenta que los indios al sevicio de los españoles recibían el nombre de sus amos, agregándole un diminutivo. Roldanillo pudo ser llamado un indio al servivio de Roldán. Y ese nombre se quedó para el caserío inicial.

¿Pero por qué 20 de enero?

Sencillo: porque en el calendario de la hagiografía cristiana ese es el día de San Sebastián. Y San Sebastián es el santo que le montaron como patrono al Roldanillo católico, apostólico, romano y ultragodarrio.

¿Y por qué 1576?

Vamos, chavales –como decimos los colombianos que llevamos ocho días en España– pues porque el más intelectual de los notables le restó cuatrocientos años a 1976, haciéndolo coincidir con el afán de ir a Panamá a visitar a mi General Torrijos e invitarlo a conocer la tierra de su padre, la casa donde éste vio la luz primera, el aire que había respirado su parentela, el patio donde habían defecado las mascotas de su familia…

Pero había un problema: En Roldanillo no se tenía ninguna noticia de parientes de mi General. Ningún Torrijos vivía por estos lados.

Entonces, otro de los notables –tal vez el que sabía inventar anécdotas para hacer reír a carcajadas a sus amigos en el parque– sacó ventaja del problema y elaboró una creíble narrativa: El maestro de escuela había nacido en donde se levantaba un viejo caserón, propiedad de “la mona” Laura Emilia Perea. Ese nacimiento a nadie le constaba. Tampoco a nadie le importaba, porque don José María no había un famoso maestro y, de otro lado, ya había pasado un largo tiempo... un poco más de cien años. Listo, por ese lado. Mi General ya tendría un referente emotivo y un lugar donde podría derramar unas lágrimas de nostalgia, si es que los Generales son capaces de derramarlas y tener nostalgia. Otra mentira más que se edificó sin pensar que las mentiras se caen a pedazos, como está ocurriendo con la casa de los Perea y como ocurrió con la placa de bronce que recuerdaba algo que no ocurrió allí

Los notables personajes, con la desinteresada participación de las Damas Azules, las Grises, las Moradas, las Hijas de María Inmaculada, las Adoratrices del Santo Prepucio, las de todas las asociaciones y disociaciones, se dieron en cuerpo y alma a proyectar los preparativos del Cuarto Centenario de la fundación de nuestra aldea. Porque para preparar vainas vitrineras somos los campeones olímpicos. La programación incluía discursos auto-elogiosos (¡Ni más faltaba!), actos públicos de auto-reconocimiento (¡Por supuesto!), condecoraciones a diestra y siniestra (¡Noooo, a la siniestra no!), diplomas y placas de recordatorio, medallas de oro con un baño de fantasía... En fin, solo faltó una visita protocolaria de exaltación a “La Cooper” por sus invaluables servicios tanto a los del sector oficial como a los del privado, así como por su denodado esfuerzo al iniciar en las artes del amor -y no de la guerra- a varias generaciones de jóvenes roldanillenses. No quedó frente sin cubrir, y se cuidó de no dejar nada pendiente. Excepto por tres detalles:

El primero: A pesar de decirse que era un pueblo con 400 años de edad, Roldanillo no tenía un escudo heráldico que simbolizara lo que éramos y no éramos como aristocracia aldeana. Fueron a buscar en el archivo histórico documentos que describieran o recogieran la representación gráfica de ese escudo, pero resulta que el archivo histórico no existía, ya que buena parte de los documentos fue transportada en una volqueta del municipio y arrojada al río Cauca. Otra parte fue recortada en pequeños cuadros y colgada en las puertas de los sanitarios de la alcaldía. ¿Solución? Ir a las carreras donde Reinaldo Espinosa, pintor de anuncios de películas en el Teatro Ortiz, para que se inventara uno que nos representara. Y se lo inventó. Y hasta le quedó lo más de chusco.

El segundo: Nada se sabía de un tal Francisco Redondo Ponce de León. Es más: no había un retrato pintado al óleo presentando a un bandido español con gala de caballero y fundador. La salida de emergencia la encontraron sin dar mucho rodeo, y fue así como le pidieron al nieto de uno de los notables personajes que dibujara el retrato de alguien parecido a un conquistador español del siglo 16. El niño buscó una imagen para copiar y la casualidad hizo que se encontrara con la de Juan Ponce de León, de sombrero chambergo y pluma en lo alto, ése sí de carne y hueso porque fue explorador de la isla de Borinquen. Después de todo, si ellos no estaban en capacidad de notar la diferencia entre un Velásquez o un Goya y el mamarracho hecho por un niño de primaria, ningún ignorante iba a advertir el engaño. Lo cierto del caso es que ese mamarracho, del cual hallé una borrosa copia, es el único rostro que conocemos del fulano y ésa es el que nos han metido por los ojos desde hace cincuenta años.


Mi hipótesis sobre la inexistencia del fundador de Roldanillo quedó reforzada al digitar en el buscador de Google el nombre de FRANCISCO REDONDO PONCE DE LEÓN. Encontré unos diez resultados, todos referidos a un colegio privado ubicado en Roldanillo y ninguno para el supuesto fundador. ¿Será que Google Search confabula contra la verdad laboriosamente edificada por los notables personajes de esta aldea? Mejor consultar a la Inteligencia Artificial, que siendo artificial parece ser más inteligente que aquellos que se inventan cuentos de hadas con tintes históricos para alimentar su afán de vitrina. La AI nos dice:


Eso quiere decir que, si Francisco Redondo no existió, el colegio de marras debería llamarser Juan Ponce de León, pues de su nota biográfica extrajeron la imagen promocional que publican.

Pero otra mentira más no hace daño.

El tercero: Dicen que la ignorancia es atrevida, pero lo es más la prepotencia de algunos notables personajes... notables por su torpeza. Sucedió que dentro de la programación cuatricentenaria los organizadores recordaron todos los aspectos importantes a resaltar, excepto el cultural. Los pintores, dibujantes, escultores, músicos y cantores, los teatreros, los saltimbanquis, los poetas, los novelistas y los noveleros, los danzantes, los cineastas y todos los artistas que en esta aldea crecen silvestres como la maleza fueron desconocidos, ignorados, pordebajeados. Ellos tuvieron... tuvimos que tomarnos por asalto la zona verde del parque frente a la alcaldía para convertirnos en una verruga en la punta de la nariz del cultísimo notablato local, ése que tuvo que resignarse a mirar con desconcierto cómo mi General Torrijos, el todopoderoso dictador de la República de Panamá, bajaba del balcón de la alcaldía y de su propio pedestal y se dirigía hacia nosotros para brindar el apoyo que a ojos vistos no se dignó ofrecer la municipalidad. Una lección que no se olvidará ni en otros cuatrocientos años.

Imposible terminar este escrito sin dejar de hacer algunas preguntas:

¿Por qué nadie puede mostrar el acta de fundación de Roldanillo? ¿ será porque, de veras, terminó recortada en pequeños cuadros y colgada en las puertas de los sanitarios de la alcaldía?

¿Por qué este pueblo, en vez de Roldanillo, no fue llamado REDONDILLO en honor a su inexistente fundador Francisco REDONDO?

¿Si Francisco el fundador no existió, esta aldea en realidad existe?

¿Si el General Torrijos no nació en Roldanillo, por qué tanta lambonería con un dictador tropical?

¿La placa de bronce que fijaron en la fachada de la casa de la "mona" Laura Emilia fue a parar, como los platones originales de la pila del parque, a la chatarrería de La Amistad?

¿Los historiadores de Roldanillo pueden ser catalogados como creadores de ciencia ficción?

¿Si le han echado tanta mentira a la historia local, habrá cabida para otra más en los 450 años?








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