Hace 45 años -20 de enero de 1976- un grupo de jóvenes con cierto talento y a los que se nos negó participación dentro de la celebración del Cuarto Centenario de Roldanillo, por propia iniciativa nos tomamos un espacio del parque y allí expusimos nuestra producción pictórica, nuestra música y nuestros poemas. Ese proceder contestatario, que en esos momentos fue considerado como la verruga en la nariz de una sociedad excluyente con ínfulas de aristocracia aldeana, terminó siendo el único acto que justificó el hiperbólico título de “Meca de la cultura” dado a este pueblo.
Y recibimos el reconocimiento expreso de quienes entendieron que algo más que discursos mentirosos había producido Roldanillo, entre ellos del artista Omar Rayo, de la poeta Águeda Pizarro, del escultor Mardoqueo Montaña y de otros cultores de las bellas artes que llegaron a expresarnos su apoyo. Incluso el dictador panameño Omar Torrijos, protagonista de la cinematográfica historia de la Tierra del Alma, se dio su vueltecita por donde estábamos para saludarnos. Y para recibirlos estábamos: Enrique Espinosa, Diego Urdinola, Alberto Ayala, Alberto Soto, Pedro Alcalde, Javier Arango, Guillermo Toro, Omar Velásquez, Benjamín Torres y los hermanos Pablo y Augusto Fori, yumbeños a quienes acogimos por idénticas razones.
Cuarenta y cinco años después, algunos de los que terminamos llamándonos "Los Artistas del Parque" han partido a otros entornos. Otros se han ido definitivamente. Unos cuantos se quedaron a mitad del camino. Casi todos seguimos aferrados a un ideal sin banderas y a empresas de pocos réditos, pero con un inmenso caudal de satisfacciones.
Cuarenta y cinco años después recuerdo que no necesitamos un líder para mover los ánimos. Todos éramos líderes de una causa común. Tampoco necesitamos patrocinio de nadie. Por eso, cuarenta y cinco años después debo refutar al grupo CEJUSCUL cuando sus integrantes afirmaron, hace poco, que fueron patrocinadores de “Los Artistas del Parque”. Eso es tan falso como el compendio histórico de la fundación de Roldanillo. O más aún.