La objetividad es algo que deberían seguir los que todavía están aferrados a su fanatismo y siguen ciegamente a un supuesto líder político, llámese el Mesías de El Ubérrimo o El Profeta de la Paz o El Revolucionario del Pueblo. Es que ninguno de ellos tiene la verdad; al contrario, son el paradigma del engaño, de la mentira repetida, de la deslealtad al pueblo. Por años han construido un andamiaje de farsas que se sustentan y se mantienen gracias a la ingenuidad y la credulidad de la gente.
Ninguno tiene la verdad. Todos tienen la mentira. |
Desde las clases de historia recibidas en la escuela nos enseñaron que uno no sigue personas sino ideologías, pues las personas son accidentes pasajeros en tanto que las ideologías son nociones que nacen para permanecer en el tiempo. Los llamados apóstoles no siguieron a Jesús porque se hubiera autoproclamado el hijo de Dios; siguieron una idea que les prometía el reino de los cielos. La gloria eterna. La gente de ruana y alpargatas no iba detrás de Jorge Eliécer Gaitán porque fuera el posible salvador de Colombia; seguían la promesa de un país socialmente igualitario, con mejores oportunidades, con verdadera justicia social.
¿Cuál es la ideología de Álvaro Uribe? ¿Cuál es la de Juan Manuel Santos? ¿Cuál la de Timoleón Jiménez? Creo que el ideario de los tres tiene más cosas en común que diferencias para mostrar. Los tres sólo persiguen un objetivo: El poder para su propio beneficio y el sus allegados más próximos. Sin embargo, enarbolan banderas de diferentes colores y hablan con un lenguaje que cautiva y aliena desde el populismo caricaturesco, desde un falso pragmatismo, desde una revolución que no promete nada. Ellos simplemente dicen cómo van a ejercer ese poder y cómo nos van a gobernar, mientras el pueblo calla y olvida que tiene el derecho de exigir cómo quiere ser gobernado. Los tres van con sus flautas entonando la melodía más efectiva para cautivar a ese pueblo que los sigue como ratas hacia el desfiladero.
Por eso me causa risa -aunque en el fondo en ello no hay nada de chistoso- ver a mi vecino tratando de encontrar en mí la señal que le indique que políticamente tengo algo en común con él. O ver al amigo de la infancia increpándome mientras me mira con ojos desorbitados porque expresé un concepto crítico que tocó a su profeta. O a mi pariente cercano que ahora es lejano porque ya no podemos charlar sobre temas diferentes a los de la política. La estupidez nos invadió como un virus.
Y es que Colombia no le interesa a los colombianos, salvo a aquellas poderosas familias que consideran este país como la gran finca que se debe explotar en su particular beneficio. Al colombiano de la base, los que estamos segregados por una odiosa estratificación social, no nos interesa lo que ocurra o deje de ocurrir en el entorno nacional porque nuestra única y preocupación es subir de nivel en esa escala social. Somos arrivistas hasta la médula. Y en ese rol de neo-arrivistas nos damos el lujo de ser excluyentes: no le estrecho la mano a Uribe porque... No le estrecho la mano a Santos porque... Ni siquiera saludaría a Timoshenko porque...
Personalmente no le estrecharía la mano ni saludaría a ninguno de los tres porque...
Seguramente en muchas ocasiones hemos dicho: el pueblo agarrado de las mechas y ellos allá en el club abrazados y celebrando con una copa en la mano. Pero a renglón seguido preguntamos: ¿Y por quién vas a votar? Resulta que somos incoherentes y masoquistas como los que más, pues nos quejamos todo el tiempo, pero en las épocas electorales nos olvidamos de nuestras dolencias. Anestesia política dizque le llaman a eso.
Doy la última puntada trancribiendo estas palabras de Fernando Vallejo, que fueron pronunciadas con ocasión de las pasadas elecciones presidenciales pero que guardan total vigencia :
"Copartidarios: somos los únicos limpios aquí. Somos el Partido Colombiano del Voto en Blanco, el Pe Ce Ve Be. Somos tan decentes que ni registro tenemos ni candidatos.El domingo 25 de de este mes, día de la ira nacional, ¡voto en blanco! Sólo hay una oportunidad para nosotros: la de la primera vuelta, que tenemos que ganar con más del 50 por ciento de los votos válidos para anular estas elecciones e inhabilitar a estos asquerosos. Para nosotros no habrá segunda vuelta porque esta Constitución puta de políticos para políticos que convocó Gaviria no nos respeta. ¡Qué importa! En la primera vuelta, con nuestros votos en blanco, que en ésta sí son válidos, les vamos a dar su gran lección".
"Toman esa cosa que llaman el tarjetón y que es ni más ni menos que el sagrado voto; lo marcan con una X donde dice “Voto en blanco”; lo meten en la ranura o hueco (que en última instancia es el acto esencial del hombre pues sin él no estaríamos aquí), y listo, deber cumplido. ¿Y el lunes 26, cuando amanezca Colombia radiante, toda pintada de blanco, qué? ¿El vacío de poder? ¡Cuál vacío de poder! Vacía la vida mía".