Malicia indígena… He buscado, sin ningún resultado, el
origen de esa expresión que vengo escuchando desde siempre, aplicada a la
ventaja que se logra sacar de situaciones donde lo justo y equitativo debe
imperar. Es una línea de comportamiento ciudadano que va en contra de todo lo
ciudadano. Una filosofía que sirve de soporte vivencial a quienes tienen que
abrirse paso a codazos. Me arriesgo a especular que tiene que ver con el
legendario relato que habla de la astucia de Moctezuma para engañar a Cortéz.
Malicia indígena es equivalente a “tirar viveza” o,
dicho de otra forma, aprovechar el juego limpio y la recta actitud del otro.
Quien vende un automóvil usado asegurando que está como nuevo, aunque sepa que
pronto habrá que someterlo a reparación, no es un visto como estafador sino
como alguien con malicia indígena. Y el que lo compra no es una víctima de la
mala fe, es un bobo a toda la carrera. Pero si el que quiere tomar ventaja no
logra su cometido, entonces se convierte en el vivo-bobo, condición que lo hace
objeto de reproche y burla.
¿Y la malicia indígena aplicada a la política
nacional? Mejor no repetir lo que todo el mundo sabe.
La malicia indígena hace parte de esa cultura
subterránea que se identifica con otras expresiones convergentes como: No dar
papaya, buscarle el quiebre a la ley (hecha la ley, hecha la trampa), echar
travesía para llegar más rápido, pasar de agache, echarle tierra al competidor… ¡Avíspese, mijo!
Aquí hasta los que se dicen más decentes consideran
que ser multado por estacionar su auto en sitio prohibido no es la
consecuencia directa de violar una norma de tránsito sino, simplemente, el
resultado de dar papaya; es decir, fue sorprendido cometiendo una infracción
por un estúpido descuido. Pilas, pues, que al infractor aún le queda el recurso
del pataleo. Si eso no funciona, el derecho inalienable de agredir al agente de
tránsito.
Desde el encumbrado empresario hasta el señor de la
tienda busca por todos los medios evadir el pago de impuestos o. al menos,
reducirlos al mínimo, a pesar de cobrarlos por adelantado al consumidor. Es que
hecha la ley, hecha la trampa y no van a permitir que el Estado les arrebate
los pesitos extras que honradamente han esquilmado a sus clientes. Más pendejos
si no lo hacen. Todo vale. Todo es permitido. ¿Y qué tal el engaño
de las promociones comerciales? Si sólo necesito un jean que cuesta $75.000.oo, ¿Por qué
tengo que comprar dos por $150.000.oo para que me “obsequien” un tercero
cuando, en realidad, el valor correcto de cada uno era de $50.000.oo? Eso no es
estrategia comercial. Es malicia indígena, pero de la peor.
Los anteriores ejemplos sirven para tomar una idea
aproximada de lo que, finalmente, no es otra cosa que la puesta en práctica de
la doble moral: transgredimos la norma pero no toleramos a los transgresores.
Rechazamos a los consumidores de estupefacientes, pero no vemos problema alguno
en levantar un altar a Pablo Escobar. ¡Respete, carajo! es lo que exigimos con
indignación, pero con la mayor naturalidad pisoteamos los derechos de los demás.
La perspectiva del comportamiento ciudadano se ha
desviado de tal forma que en cualquier situación de infracción, el culpable
siempre será quien no la cometió. O si no mire lo que pasa en un accidente de
tránsito: el imprudente nunca lo es. El responsable es aquél que, por conducir
correctamente, no va a la ofensiva.
Por eso hemos creado un argot que ya ni siquera es código
cerrado: En nuestro medio no se comete un hurto; se corona un negocio. No se
obtiene una ganancia ilícita; se logra una buena tajada. No se incurre en el
delito de cohecho; se colabora pa’ la gaseosa. Y si, por alguna adversa
circunstancia, alguien es capturado, no lo es por cometer un ilícito sino por
tonto, porque dio papaya.
La malicia indígena no es indígena ni es malicia. Es la forma como mostramos que nuestra sociedad está gravemente enferma a pesar de tener la medicina muy cerca: en la casa de cada uno de nosotros.
1 comentario:
Esa actitud degenerada de buen ciudadano,ya hace parts cultural de Colombianos, vaya a donde vaya.No vamos lejos Los vivid bobos que fueron a Russia a meter de contra ban do licor a un sitio publico y El otro a deshonrar a las japonesitas.Yo no me enojo ccuando un gringo me dice " De verdad, ustedes viven todavia en arboles?
Publicar un comentario