No son muchos pero hay aldeanos de Roldanillo
que salen a la capital y se consideran más civilizados que sus paisanos, miran por
encima del hombro y a pesar de que uno use ropita y zapatillas normales ellos
sacan a relucir la marca y agregan que su vestuario fue comprado en una
boutique de la Capital. A esos, en mi época, les llamaban “arribistas”. Mucho
peor que estos son los que logran cruzar fronteras, como aquellos que Iban a
España (ahora no, porque la situación está peor que acá) y a los pocos meses
regresaban arrastrando las zetas y diciendo: “Vozotros, criollos zubdezarrollados”.
Sin embargo, el non plus ultra de estos detestables personajes es aquel que se
instala en un país más que supercivilizado de Europa o de Oriente y desde allá
(porque ése sí no quiere volver aunque esté lavando sanitarios) nos mira con benevolencia
y sonríe con cierta condescendencia antes de exclamar en un idioma extraño: “Por
fortuna he logrado superar todos los niveles y no soy un simple aldeano como esos
indígenas subdesarrollados”. Conocí uno que se fue a Alemania a hacer una
especialización en filosofía y a los pocos meses se creía el maestro de Nietzsche
y no podía aguantar las risas burlonas al mencionar a Rafael Gutiérrez
Girardot.
No son muchos, pero
tanto unos como otros se sienten revestidos del don de la superioridad. No
permiten que pongamos un andamio enciclopédico para quedar a su altura. No
conciben que podamos pensar como ellos. Su cultura es inalcanzable para alguien
que no ha ido más allá de Guayabal o de San José del Hobo. Por eso han
adquirido esa sensibilidad casi amanerada que era modus vivendi en las cortes
francesas, haciendo que la más mínima alusión a la vida vulgar o a la expresión
de los suburbios cause un malestar que raya la histeria conceptual. Ya no ríen
a sonoras carcajadas, porque eso es del vulgo. En la cuenta que abrieron en
Facebook ya no toleran el humor negro porque eso es de plebeyos resentidos. Además
la cuenta la abrieron para que la base popular supieran de su sabiduría
adquirida por el sólo hecho de pisar tierras del viejo continente.
Como la indisposición
intelectual que sufren estos arribistas mayores suele materializarse cuando en
su aristocrático perfil de Facebook o en su castellano muro, alguien hace un
comentario inane, de pronto irónico, tomado
como ofensivo a su dignidad a pesar del contenido inocente, con la humildad
debida a mi condición les recomiendo crear un grupo cerrado y trancado por
dentro que se llame “Grupo Los Socialmente Insuperables” o “Grupo Casta Superior”. O crear una nueva
plataforma llamada “Facebook de la Corte”. Así su susceptibilidad no sufrirá
mengua y su espíritu de clásica factura y divino estrato estarán blindados
contra el virus de lo plebeyamente mundano. Mejor dicho: si no quieren comentarios de toda clases y calidad en su perfil, restrinjan el acceso, como en los clubes privados y exclusivos. O no publiquen.
ANIBAL MANUEL
ANIBAL MANUEL