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6/28/2018

De la malicia indígena al vivo-bobo



Malicia indígena… He buscado, sin ningún resultado, el origen de esa expresión que vengo escuchando desde siempre, aplicada a la ventaja que se logra sacar de situaciones donde lo justo y equitativo debe imperar. Es una línea de comportamiento ciudadano que va en contra de todo lo ciudadano. Una filosofía que sirve de soporte vivencial a quienes tienen que abrirse paso a codazos. Me arriesgo a especular que tiene que ver con el legendario relato que habla de la astucia de Moctezuma para engañar a Cortéz.
Malicia indígena es equivalente a “tirar viveza” o, dicho de otra forma, aprovechar el juego limpio y la recta actitud del otro. Quien vende un automóvil usado asegurando que está como nuevo, aunque sepa que pronto habrá que someterlo a reparación, no es un visto como estafador sino como alguien con malicia indígena. Y el que lo compra no es una víctima de la mala fe, es un bobo a toda la carrera. Pero si el que quiere tomar ventaja no logra su cometido, entonces se convierte en el vivo-bobo, condición que lo hace objeto de reproche y burla.


¿Y la malicia indígena aplicada a la política nacional? Mejor no repetir lo que todo el mundo sabe.
 La malicia indígena hace parte de esa cultura subterránea que se identifica con otras expresiones convergentes como: No dar papaya, buscarle el quiebre a la ley (hecha la ley, hecha la trampa), echar travesía para llegar más rápido, pasar de agache, echarle tierra al competidor… ¡Avíspese,  mijo!

Aquí hasta los que se dicen más decentes consideran que ser multado por estacionar su auto en sitio prohibido no es la consecuencia directa de violar una norma de tránsito sino, simplemente, el resultado de dar papaya; es decir, fue sorprendido cometiendo una infracción por un estúpido descuido. Pilas, pues, que al infractor aún le queda el recurso del pataleo. Si eso no funciona, el derecho inalienable de agredir al agente de tránsito.
 
Desde el encumbrado empresario hasta el señor de la tienda busca por todos los medios evadir el pago de impuestos o. al menos, reducirlos al mínimo, a pesar de cobrarlos por adelantado al consumidor. Es que hecha la ley, hecha la trampa y no van a permitir que el Estado les arrebate los pesitos extras que honradamente han esquilmado a sus clientes. Más pendejos si no lo hacen. Todo vale. Todo es permitido. ¿Y qué tal el engaño de las promociones comerciales? Si sólo necesito un jean que cuesta $75.000.oo, ¿Por qué tengo que comprar dos por $150.000.oo para que me “obsequien” un tercero cuando, en realidad, el valor correcto de cada uno era de $50.000.oo? Eso no es estrategia comercial. Es malicia indígena, pero de la peor.

Los anteriores ejemplos sirven para tomar una idea aproximada de lo que, finalmente, no es otra cosa que la puesta en práctica de la doble moral: transgredimos la norma pero no toleramos a los transgresores. Rechazamos a los consumidores de estupefacientes, pero no vemos problema alguno en levantar un altar a Pablo Escobar. ¡Respete, carajo! es lo que exigimos con indignación, pero con la mayor naturalidad pisoteamos los derechos de los demás.

La perspectiva del comportamiento ciudadano se ha desviado de tal forma que en cualquier situación de infracción, el culpable siempre será quien no la cometió. O si no mire lo que pasa en un accidente de tránsito: el imprudente nunca lo es. El responsable es aquél que, por conducir correctamente, no va a la ofensiva.

Por eso hemos creado un argot que ya ni siquera es código cerrado: En nuestro medio no se comete un hurto; se corona un negocio. No se obtiene una ganancia ilícita; se logra una buena tajada. No se incurre en el delito de cohecho; se colabora pa’ la gaseosa. Y si, por alguna adversa circunstancia, alguien es capturado, no lo es por cometer un ilícito sino por tonto, porque dio papaya.

La malicia indígena no es indígena ni es malicia. Es la forma como mostramos que nuestra sociedad está gravemente enferma a pesar de tener la medicina muy cerca: en la casa de cada uno de nosotros.

1 comentario:

Unknown dijo...

Esa actitud degenerada de buen ciudadano,ya hace parts cultural de Colombianos, vaya a donde vaya.No vamos lejos Los vivid bobos que fueron a Russia a meter de contra ban do licor a un sitio publico y El otro a deshonrar a las japonesitas.Yo no me enojo ccuando un gringo me dice " De verdad, ustedes viven todavia en arboles?