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8/21/2016

UN N.N. CON NOMBRE PROPIO (Primera parte)

Que en Colombia un muerto salga a votar no es raro.Tampoco lo es que una persona denuncie con nombre falso y cédula y dirección inexistentes. Pero que esa denuncia sea recibida con todas las legalidades del caso y se le dé trámite normal,  incluso sabiendo de su evidente falsedad… esa sí es toda una novedad de la jurisprudencia municipal producida en la alcaldía de Roldanillo, un pueblo enclavado entre la cordillera occidental y las montañas de actuaciones que han rayado en la corrupción. El mejoramiento de 60 viviendas (que fueron 52), la construcción de 140 viviendas de interés social (que al parecer son de interés personal) y la remodelación de un parque que no necesitaba remodelación, es una muestra.


Resulta que JOSÉ MANUEL PARRA MARIN, un ciudadano común y corriente, que vive de lo que produce un puesto de comidas rápidas instalado desde hace cuatro años en el andén de su casa, de un momento a otro y por arte de la politiquería que carcome los cimientos de la institucionalidad, ya no pudo trabajar más. JOSE MANUEL PARRA MARÍN solicitó que se le renovara la autorización para continuar con su negocio y la administración municipal del señor Jaime Ríos le dijo que NO. La misma administración que gobierna bajo el lema de “Roldanillo de todos y para todos” le dijo a José Manuel que él no estaba dentro de esos todos. Uno conjetura que tal vez se debe a que José Manuel no pertenece a todos los de la rosca, a que no votó por él, a que no va a su directorio y sólo es en un ciudadano que reclama sus derechos y, de paso, se toma la molestia de reclamar los de los demás.


Dicen que en Roldanillo todo el mundo conoce a todo el mundo, menos a GONZALO EDUARDO TORO. José Manuel tampoco lo conoce, no sabe quién es ni a qué se dedica ni qué es lo que fabrica aunque dice ser habitante del barrio La Asunción. Pues resulta que Eduardo Toro presentó ante la Inspección de Policía de Roldanillo denuncia por invasión del espacio público. Aquí está el encabezado de la misiva:






Se da por sentado que en la Inspección de Policía sí conocen a Gonzalo Eduardo Toro, pues éste debió presentarse personalmente en esa dependencia municipal a radicar su queja, luego de estrechar la mano a los que allí laboran, presentar su cédula de ciudadanía y adjuntar copia de la misma a los documentos de denuncia, como se le exige a todos, incluso en la más oscura inspección de policía. Si no se hizo así, si la denuncia cayó en el escritorio de la inspectora por obra y gracia del espíritu santo, entonces estamos ante una sospechosa omisión, pues el sentido común (tan raro en algunas dependencias oficiales) indica que en la inspección de policía, si es que fueron diligentes, se debió iniciar una verificación del autor de la denuncia, lo cual no es tan difícil pues el señor Gonzalo Eduardo Toro aportó el número de su cédula y la dirección de su residencia.






Repito: Si el escrito no fue presentado personalmente (supongamos que no lo dejó el espíritu santo sino que llegó por correo), para verificar su autenticidad sólo era necesario ir u oficiar a la Registraduría del Estado Civil para que se consultara si ese cupo numérico había sido asignado a ese ciudadano (Pulse aquí para Ver certificado) y verificar si en la dirección consignada en la denuncia vivía ese ciudadano. Nada del otro mundo ni que excediera el esfuerzo sobrehumano que a diario deben hacer los servidores de la alcaldía que verdaderamente cumplen con sus funciones y no quieren ser los autores visibles de una injusticia ni hacer caer en injusticias a otros servidores públicos de más alto rango que tuvieran que ver en las respectivas decisiones.


Al parecer nada de lo anterior se tuvo en cuenta, no obstante que la inspectora de policía debe ser una profunda conocedora de las normas, así su dependencia no tenga la majestuosidad de la Corte Suprema de Justicia. Al parecer lo que primó fue el principio de celeridad, pero no para darle curso oportuno a un asunto administrativo, sino para aportar la cuota de ciega y genuflexiva obediencia que los empleados de tercera creen deber a sus superiores.


José Manuel, como víctima de un complot al mejor estilo de los que se fraguan con cierta frecuencia en los sótanos del Vaticano y del Congreso colombiano (agreguemos: de los pasillos de la alcaldía) se propuso saber quién era Gonzalo Eduardo Toro. Quería dialogar con él, aclarar algunos aspectos de su denuncia, tratar de conciliar puntos de vista. Después de todo, José Manuel es considerado como buen vecino, alejado de problemas de cuadra, persona que tiene claridad respecto de las normas de convivencia. Pueden preguntarlo en la Asunción. Gonzalo Eduardo Toro, por vivir en la Carrera 10 Nro. 14-25 de Roldanillo, dijo ser su vecino. José Manuel no lo sabía pero, de acuerdo con las señas aportada en la denuncia, ambos viven a menos de veinte metros.  Entonces fue a buscarlo. Adivina adivinador: la dirección no existe. La carrera 10 sí, pero la nomenclatura 14-25 no existe. Blanco es y gallina lo pone, pero frito no se lo come Gonzalo Eduardo Toro, porque tampoco éste existe. Es una creación maquiavélica que, sin lugar a dudas, salió de lo más profundo y hediondo de la politiquería parroquial, esa que carece de escrúpulos y campea en los pasillos del palacio municipal en forma de correveidile y por eso no tiene inconveniente en pasar por encima de todo el que se atraviese. Vean este documento (Pulse sobre el siguiente enlace)


Veamos cuál es el inexistente motivo que llevó al inexistente Gonzalo Eduardo Toro a presentar su queja:






Bueno,  por un momento pensé que dicho señor (al menos reconoce que José Manuel es un señor) y su esposa sacaban en las noches una venta de basuco, pero no: es una venta de perros y hamburguesas. El autor del escrito,  que sí existe pero no puede con su cobardía, posa de sufrida víctima y narra las peripecias que tiene que pasar al sortear el endiablado tránsito vehicular que se presenta, precisamente en las noches, cuando José Manuel saca su puesto de venta de perros. Bueno, si ese es el problema pues que pongan cuatro o cinco semáforos entre la sede del Cuerpo de Bomberos y La Normal Jorge Isaacs. O que meten en cintura a los motocilcistas que bajan a gran velocidad por esa vía. Para eso están las autoridades de tránsito. ¿Cuántas veces habrá estado Gonzalo Eduardo Toro al borde de la muerte al tratar de caminar por la carrera 10?  Nunca. Las personas que no existen no pueden morir,  eso es obvio.


Una persona de mentiras es la máscara de un mentiroso real. Es decir, es un cobarde que sabe del daño que está causando y por eso no deja ver su cara, ni siquiera de su madre. Ese cobarde mentiroso que se disfraza del inexistente Gonzalo Eduardo Toro arrojando, sin ningún  pudor, imprecisiones que creyó se quedarían ahí. No pensó que lo de “la gran cantidad de humo que sale de los asados,  fritos y cocinadas” sería revisado por un servidor de la UES Tuluá.  Así como la falacia de “es importante informarle señor alcalde, que ya varios vecinos han hablado con dicho señor para que despeje el espacio público y lo que hace es enojarse y tratar mal a las persona”. Eso sí es excremento puro. Los vecinos dicen otra cosa que los acuciosos servidores de la alcaldía no han corroborado.


Algo que llama la atención es que la denuncia fue presentada en la inspección de policía y la “información“ la entrega el quejoso como si estuviera dirigiéndose al señor Jaime Ríos. ¿Por qué no presentó la queja directamente en el despacho del alcalde? ¿Un lapsus delator que se escapó en mala hora? Por acá sabemos que sí, que en medio de las engañifas se le pasó ese detallito.

Dejemos lo del lapsus para otro momento y continuemos con esta perla:



 Si alguien realmente tiene "influencias" en la alcaldía es José Manuel, pues influye en el mal genio de aquellos servidores públicos que lo ven llegar con un escrito invocando el artículo 23 de la Constitución y exclaman: "Ahí viene ese hijuep... a joder" sin reflexionar que ese hijuep... es un ciudadano que exige (no mendiga) su derecho a ser atendido. Para eso paga sus impuestos, como lo hace cualquier colombiano, incluido el habitante de calle que compra una gaseosa. Para eso esos impuestos, en buena parte, se los "traga" el sueldo de la burocracia a la que hay que mantener en todos los municipios. José Manuel tiene muchas influencias en la alcaldía porque influye en los que lo han amenazado de muerte por denunciar públicamente para que a su comunidad no la roben de frente con proyectos oficiales que se ejecutan a media esperando que los beneficiarios se "mamen" de reclamar.

Desde luego que el espacio público es un bien colectivo. Así lo dice la Ley 9 de 1989.
 Artículo 5º.- Entiéndese por espacio público el conjunto de inmuebles públicos y los elementos arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados, destinados por su naturaleza, por su uso o afectación, a la satisfacción de necesidades urbanas colectivas que transcienden, por tanto, los límites de los intereses, individuales de los habitantes.

Así, constituyen el espació público de la ciudad las áreas requeridas para la circulación, tanto peatonal como vehicular, las áreas para la recreación pública, activa o pasiva, para la seguridad y tranquilidad ciudadana, las franjas de retiro de las edificaciones sobre las vías, fuentes de agua, parques, plazas, zonas verdes y similares, las necesarias para la instalación y mantenimiento de los servicios públicos básicos, para la instalación y uso de los elementos constitutivos del amoblamiento urbano en todas sus expresiones, para la preservación de las obras de interés público y de los elementos históricos, culturales, religiosos, recreativos y artísticos, para la conservación y preservación del paisaje y los elementos naturales del entorno de la ciudad, los necesarios para la preservación y conservación de las playas marinas y fluviales, los terrenos de bajamar, así como de sus elementos vegetativos, arenas y corales y, en general , por todas las zonas existentes o debidamente proyectadas en las que el interés colectivo sea manifiesto y conveniente y que constituyan, por consiguiente, zonas para el uso o el disfrute colectivo.

A ese artículo no he recortado, ni le he agregado nada, ni he acomodado su texto para que se entienda de manera retorcida, como sí lo hizo quien se esconde tras el inexistente GONZALO EDUARDO TORO. Pero sí he resaltado cuatro cositas que el señor alcalde, su secretario de planeación, su inspectora de policía, todas las autoridades municipales no cumplen: No hacen respetar el espacio público, no lo defienden tomando las acciones necesarias INCLUSIVE EL DESALOJO, ni aplican los correctivos y sanciones de ley. La calle donde funciona el club familiar TIKO-TIKO es un espacio público invadido por ventas ambulantes, incluso ventas ambulantes de estupefacientes. Por ahí también bajan las motocicletas a millón. Las calles de la llamada Zona Rosa constituyen espacio público y también están invadidas de ventas ambulantes, incluso ventas ambulantes de estupefacientes, parqueaderos improvisados, y práctica de tiro al blanco por los cobradores de cuentas impagables. Las autoridades lo saben y de vez en cuando tocan el tema en los consejos de seguridad. Pero nada más. El parque Elías Guerrero es un espacio público por excelencia. Y ya vemos como está: no le cabe otro carrito de venta de chicles y bananas. Claro que hay que reconocer que la administración municipal mandó a construir unas casetas destinadas a los chaceros que tienen allí interés personal, afectando el interés general, el derecho de la comunidad. Definitivamente hay que tener en cuenta que el espacio público del municipio de Roldanillo no sólamente cubre una minúscula área en la carrera 10 del barrio La Asunción. Abarca todo el municipio, incluyendo el área rural. Por eso es necesario que el señor alcalde, el señor secretario de planeación, la señora inspectora de policía y, en general, todas las autoridades del municipio tengan en cuenta la recomendación del que se oculta tras el antifaz de GONZALO EDUARDO TORO:




Es conveniente que lean el texto de la Ordenanza que invoca el inexistente GONZALA EDUARDO TORO (¿Por qué no firmarían como Piter Albeiro?). Así podrán todos analizar hasta donde llegan las podridas intenciones de alguien que ahora dicen no conocer en la alcaldía municipal, pero que fue capaz de "engañar" a unos empleados que son muy solícitos a la hora de recibir -incluso denuncias- pero muy negligentes a la hora de corroborar la veracidad de lo que reciben.

Este tema es bien extenso. Lo dejamos aquí para que consulten la Ordenanza en mención y podamos hablar luego de las respuestas oficiales que ha recibido José Manuel y de cualquier otro detalle que se nos haya quedado en el tintero.

ANIBAL MANUEL

8/06/2016

AL CÉSAR LO QUE ES DEL CESAR


Hace poco reprochábamos porque los trabajos de recuperación del parque Elías Guerrero fueran a paso de caracol amputado y que la alcaldía no diera razón del retardo en la entrega de esas obras. Ahora es necesario resaltar que la administración municipal del señor Jaime Ríos está respondiendo a la comunidad que lo eligió (y a la que no lo eligió) entregando la pila o fuente que se convirtiera en símbolo de la identidad cultural de Roldanillo, como la capilla de La Ermita, el cerro de Las Tres Cruces, el viejo puente de Guayabal y el Museo Rayo. Sólo he visto un video realizado por Juan Guillermo Pulgarín y compartido por otros (siga el enlace para reproducir el video: https://www.facebook.com/roldanillo.tierradelalma.3/videos/1815030002075436/) pero es suficiente para afirmar que los resultados son más que satisfactorios.

Hay que advertir que de la pila original poco, casi nada, queda. El noble bronce fue cediendo al cemento,  desvirtuando la naturaleza de esta insignia de tanta representatividad  para los roldanillenses,  que ha sido tomada como referente fotográfico por varias generaciones. Al menos se rescató su imagen y no tenemos qje lamentarnos de haber perdido parte de la historia del pueblo.

Quedan pendientes otros trabajos para decir,  de manera definitiva, que la comunidad de Roldanillo recuperó ese espacio social tan importante en la cotidianidad de los pueblos. Seguramente el señor Jaime Ríos ya tiene previsto lo necesario,  teniendo en cuenta que ese chicharrón no estaba incluido  dentro de lo que  él había presupuestado.

Dos observaciones para finalizar. La primera: Reitero la falencias que se presenta la oficina de prensa o la que esté encargada de registrar periodísticamente los logros de esta administración y luego divulgarlos a la comunidad. La segunda: Después de leer los comentarios subidos en la publicación de Juan Guillermo Pulgarín hay que afirmar que fanatismo es sinónimo de estupidez. Es que uno no entiende cómo después de ocho meses después de finalizada la anterior  alcaldía, haya enceguecidos fanáticos (obvio e intencional pleonasmo) que atribuyan el rescate de la pila a Julían Cabrera. Con razón les meten los dedos a la boca. Aquí sí hay que decir: Al césar lo que es del césar.

Moción de aplausos para el señor alcalde. 

PIENSA COMO YO O...

Cuando escribimos sobre un tema que es actualidad noticiosa o, como dicen por ahí, tendencia viral en las redes sociales, lo menos que esperamos es que un buen número de personas nos lea y comente algo al respecto. Si el tema es de carácter político, nuestras expectativas cambian y se tornan exigencia. Es decir: ya no escribimos para expresar en público nuestra opinión,  sino para que todos estén de acuerdo con lo que opinamos.

Es, entonces, cuando la réplica deja de ser un instrumento ideológico para convertirse en arma de doble filo que sirve para contradecir y,  a la vez,  para agredir. Más lo segundo que lo primero. Esto se hace evidente, por ejemplo, con el Proceso de Paz, proyecto gubernamental que ha polarizado a los colombianos de tal forma que ya no nos referimos a conservadores y liberales, como antaño, sino a uribistas y santistas.


Se sabe que unos y otros no pertenecen a partidos diferentes,  sino a diferentes clubes políticos con la misma ideología (si es que algo les queda de ideas fundamentales) y por eso optamos por seguir a personas y no ideas, convirtiéndonos en fans de unos líderes de directorios que están ahí movidos por intereses exclusivamente personales. La paz es ahora el caballito de batalla para arrastrar seguidores.

Sin embargo, el colombiano común y corriente, ese que come empanadas en la fritanga de la esquina -como yo- no entiende de esas cosas. O no quiere entender, que es otra forma de cerrarse a la banda y arrojar en la cara de su contrario un baldado de excremento cuando se atreve a opinar. Porque aquí no se trata de si tengo argumento para querer la guerra o los tengo para que querer la paz, sino de decirle al otro: Usted tiene que pensar como yo.

La utilización de palabras de grueso calibre, insultos que muestran el odio extremo, amenazas solapadas que pretenden intimidar al adversario, burlas descaradas lanzadas sin ninguna consideración, estos son algunos de los argumentos que esgrimen los que tienen argumentos. Ante tal carencia sólo quedan dos opciones: descender al nivel del agresor o bloquearlo y eliminar su comentario. Quien tenga cuatro dedos de frente optará por esto último.


Esa es, pues, la estrategia de quien, además de ser intolerante, está convencido que los demás deben aceptar sus razones sin ninguna fórmula de juicio. Y a esa estrategia no podemos seguir haciéndole el juego. Quien tiene como deporte contradecir para provocar, siente un placer morboso cuando le responden. Es como la araña viuda: teje la red y cada 30 segundos abre el Facebbok para ver quien se enredó. 

8/04/2016

DEL DICHO AL HECHO HAY POCO TRECHO

No poseo la virtud de la santidad. Ni quisiera tenerla. Pero al leer los comentarios que subieron a Facebook algunos roldanillenses y,  en mayor número, de otras ciudades reaccionando ante el excecrable crimen cometido por un padre al quitarle la vida de manera violenta a su hija mayor y dejar al borde de la muerte a la menor, no puedo menos que decir: Me avergüenzan algunos paisanos. Y no se crea que estoy justificando un acto del que llegó noticia a Tuluá una hora y media después de cometido y que me aguijoneó toda la mañana, al punto que no pude sentarme a almorzar como todos los días. Crimen horrendo que dejó estupefactos a todos los que viven en un pueblo que le ha tocado ver, desde hace muchos años, las distintas modalidades de homicidio que el hombre se ha inventado, incluyendo el filicidio. Pero éste tuvo tintes grotescos y razones inanes que desbordaron la imaginación y tomaron por sorpresa a quienes creían que lo habían visto todo.

¿Es un homicidio reprochable desde cualquier punto de vista? Claro que sí. ¿Merece John Zapata el repudio general y toda la abyección que seamos capaces de arrojarle en la cara? Desde luego que sí. ¿Es un monstruo? No sólo eso. Merece los calificativos más rastreros. Sin embargo, no es el ciudadano común y corriente quien debe asumir el rol de justiciero y, sin ninguna fórmula de juicio, condenar a quien ha cometido un delito. Que es, precisamente, lo que está sucediendo ahora mismo con algunos roldanillenses en particular y con los usuarios de Facebook en general. Veamos este ejemplo:


Leído fuera de contexto, uno podría asegurar que son palabras de un sádico asesino,  como Garavito,  que así dejaba a sus pequeñas víctimas. Si yo fuera su amigo, lo tendría a metros. A su mujer le convendría mantener a su hijo a kilómetros de ese modelo de padre.  

Esta habla como una homicida “normal”,  de esas que sale con una pistola en el bolso, lista a desenfundarla si se le atraviesa cualquier malparido. Al menos ya demostró que es una sicaria de la ortografía.

Para no ser monotemáticos, dejo estas dos últimas perlas:
 

La primera es contundente en su sentencia: no queda más remedio que matarlo. Lo que no dice es quién lo hará,  aunque estamos seguros que no será ella. Es más fácil incitar que actuar.

La otra propone que lo maten a golpes. Ojo por ojo. Que maten al asesino. ¿Quien lo dice?

Debo decir que quise insertar aquí dos comentarios de personas que en su perfil decían vivir en Cali pero ser de Roldanillo. Presurosas quitaron sus notas provocativas luego que yo escribí lo siguiente:

El homicida, de acuerdo con lo conocido, actuó en un estado de enajenación. Además del castigo que le imponga un juez, va a necesitar un tratamiento psiquiátrico. Gustavo Reyes Vásquez y Dora Vidal también lo van a necesitar. Y muchos de los que aquí  comentan. ¡Qué mentalidad asesina la que tienen! Desde luego que la indignación es general. Pero si pudieran matar a esa persona que cometió tan execrable crimen (y si verdaderamente tuvieran el valor de hacerlo) ¿Cómo podríamos calificar ese nuevo homicidio? De verdad me avergüenzan estos roldanillenses. ¿Piden que lo linchen, que lo  sienten en la silla eléctrica? Seguramente no pedirían lo mismo si fuera un hermano quien estuviera en esas circunstancias. Es la doble moral. ¡Qué mentes tan podridas! No quisiera encontrármelos juntos pues me lincharían por lo que aquí he dicho.

Lo que más necesitan la familia Zapata y la familia Marín es nuestra comprensión. Y nuestra solidaridad. Lo demás  es hablar desde la doble moral, como ya lo dije antes.